Una pizarra pequeñita, íntima y verde. Nunca antes había visto una pizarra así, las palabras paridas con tiza parecen escaparse por sus bordes de madera.
Y de pronto, la mano tímida del poeta Eduardo Saldaña, de 28 años, se desliza por toda la superficie y apenas sobrevive alguna vocal. No hay mota, dice y se disculpa con los asistentes del club de lectura, que se desarrolla en el Museo del Juguete de Trujillo.
Todos están atentos, quizá también se sientan atraídos por esa especie de cuadro verde colgado en la pared y en el que ahora se lee: Generación del 27 (refiriéndose a aquel grupo de poetas españoles del siglo XX).
Algunos de los presentes se conocen, y ya se han asomado al mundo de la literatura. Otros, simplemente, tuvieron curiosidad por lo que viene haciendo el colectivo De Lejos Parecen Moscas en Trujillo, constituido por Carolina Salazar, Jesús Pinedo y Aure Velásquez.
“Nos encontramos muy felices de poder llevar la iniciativa del club y ser pioneros en proyectos ligados a la cultura”, dice Aure.
Al cabo de unos minutos, todos, bajo el alto techo de madera de la cocina del Museo del Juguete, se sienten atraídos por lo que dice Eduardo, quien parece extasiado por un fragmento del poema de Pedro Salinas que ha escrito en la pizarrita.
Tú vives siempre en tus actos.
Con la punta de tus dedos
Pulsas el mundo, le arrancas
auroras, triunfos, colores, alegrías: es tu música
La vida es lo que tú tocas.
Otra vez, Saldaña que se remanga la chompa, borra, con más fuerza, y poco a poco van desapareciendo las palabras: actos, dedos, arrancas.
Y, como sabrán, de tocas no quedó nada. Otro título nace: Generación del 50, y el poeta de la boina nos va contando, con gran dominio, acerca de aquel grupo peruano formado por Washington Delgado, Javier Sologuren, Blanca Varela, Jorge Eduardo Eielson, entre otros.
Museo del Juguete y la lectura
Y de cuando en cuando, algunas manos, motivadas, se levantan entre los asistentes para resolver las interrogantes que el poeta plantea.
La luz que ingresa por la amplia ventana de la cocina, poco a poco va muriendo, y la reunión va llegando a su fin.
Ha pasado más de una hora desde las cinco de la tarde. Parece que los sábados en Trujillo anochece más temprano que otros días.
Eduardo agradece la asistencia de cada miembro y un aire de nostalgia se percibe en su rostro y en el de todos porque se tiene que volver a la vida, a las calles despojadas de poemas y literatura.
En la pizarra, que ya nadie borra, se logran ver algunos títulos de poemas de Washington Delgado, poeta cusqueño nacido en 1927 y muerto en el 2003. Una pizarra pequeñita, íntima y verde.
Texto y fotos: Luis Alejandro García