Escribe María Villalobos*
Ya habíamos hablado que dentro de la comunidad LGBTIQ+ uno de los grupos que está teniendo más presencia, visibilización y lucha por sus derechos son los trans. (Principalmente, hablaré sobre las mujeres trans y usaré el pronombre ‘ella’, sin olvidar que en esta comunidad hay personas no binaries.)
Ellas no solo son discriminadas cuando desean postular a un trabajo, como cualquier persona; sino que son excluidas por ser trabajadoras sexuales. El 17 de febrero, la Onusida manifestó su profunda preocupación por el creciente número de homicidios, desapariciones y secuestros de trabajadoras sexuales cis y transgénero en Perú.
Sus informes anunciaron que más de diez mujeres trans y cisgénero han sido asesinadas en el país en lo que va de 2023, en ataques relacionados con el cobro de cuotas de trabajo sexual por parte de mafias de proxenetas.
Lo que demuestra la poca seguridad que reciben en nuestro país. Cuando una de ellas se acerca a denunciar, la Policía no hace nada y las mira con desprecio como si lo merecieran.
Onusida, también, informó que las leyes penales, la criminalización, el estigma y la discriminación aumentan los riesgos de violencia para las trabajadoras del sexo, de tal manera que entre el 45 % y el 75 % de las trabajadoras del sexo adultas sufren agresiones o abusos, al menos una vez en su vida.
Estas conductas provocan más que discriminación, estigma y el incesante riesgo de ser violentadas o expuestas a la infección de ITS o VIH al tener poco acceso a los servicios de salud por el estigma que también tiene el personal de salud.
Entre las trabajadoras sexuales el riesgo relativo de contraer VIH es 30 veces mayor. El no acceder a los servicios de salud sin tener miedo a ser estigmatizadas y discriminadas no ayuda al problema; lo hace peor.
Lo que hace faltan son leyes y políticas que permitan a las trabajadoras sexuales cis o trans a mejorar su calidad de vida, a reducir el estigma, discriminación y empezar a defender la igualdad de todas las personas, porque los derechos de las trabajadoras sexuales, también, son derechos humanos.
También, falta un cambio de conducta de toda la sociedad. Un cambio de conducta fundamentado en el respeto a la vida, la tolerancia y la solidaridad con personas de carne y hueso, cuyo único —llamémosle ‘delito’— es ser diferentes.
*Estudiante de Ciencias de la Comunicación de la UPAO. Creadora, editora gráfica y videográfica de @rozamiento___ (cuenta de Instagram sobre temas de educación sexual, comunidad LGBT, arte y cultura) . Activista social. Disfruto mucho del arte, la música, el cine y las largas conversaciones descifrando y cuestionando la sociedad.