Siempre que llueve con intensidad, decenas de niños del barrio 2, de Alto Trujillo, acuden a bañarse y a divertirse en una gran laguna que se forma en las faldas del cerro Cabras, a espaldas del sector Wichanzao, ícono de la geografía trujillana.
Bajo el agua, toneladas de basura son el caldo de cultivo para enfermedades cutáneas, gastrointestinales, infecciones oculares, respiratorias, entre otras.
La noche del 10 de marzo de 2023, el ciclón Yaku golpeaba sin misericordia las costas de La Libertad. llovió tan fuerte que en la casa de Sebastián (12), todos se resignaron a pasar la noche sin dormir, con la ropa mojada y con la frustrante tarea de rescatar los pocos artefactos que aún servían.
Su madre lloraba y rezaba, no por lo perdido, sino por la vida de sus hijos, a quienes apenas veía en medio de la oscuridad.
Bajo el agua, toneladas de basura son el caldo de cultivo para enfermedades cutáneas, gastrointestinales, infecciones oculares, respiratorias, entre otras.
Al amanecer, una refrigeradora, una lavadora y algunos muebles de madera y metal sobrevivían en la arena húmeda.
En medio de la tristeza, un grito rompía el silencio en esa especie de oasis gélido, flanqueado por una pared de roca gris y una colina —en forma curva— que une a las familias más pobres de los distritos trujillanos de La Esperanza y El Porvenir.
-¡Vamos a jugar, pe!- gritaba el pequeño Miller, quien pasó la noche bajo la misma calamidad que su amigo Sebastián. En su inocencia, ambos ignoraban la magnitud de la desgracia familiar.
A esa hora, los medios de comunicación y las autoridades reportaban casas derrumbadas, a punto de colapsar e inundadas, pistas destruidas y un conteo de damnificados que constantemente se actualizaba, pero solo en zonas accesibles.
Nadie se preocupaba de los vecinos que no figuran en el mapa y que, en esta parte de Trujillo, se instalaron con el sueño –que con el tiempo transitó a la pesadilla– de la casa propia: traficantes de tierras les vendieron lotes en esta área de alto riesgo.
“Pagué 1800 soles por un terreno”, dijo una mujer en medio de un llanto desgarrador, mientras observaba a su vivienda de esteras, casi destruida e inundada.
Son las once de la mañana y dentro de la laguna de agua marrón, Sebastián, quien nunca ha ido a una piscina ni a una playa, se baña alegremente con Giampier y Miller.
Mientras el cielo se cubre de nubes grises y enormes, los amigos, con dorso desnudo, ríen, chapotean y se sumergen en competencias para resistir la respiración; incluso, abren los ojos en busca de algo de valor. No temen enfermarse. Dicen que están acostumbrados a vivir entre la basura y el desmonte. Nunca han visto a un brigadista de salud en su vida.
Contaminación, lluvias y salud pública
¿Cómo afecta a la salud de las personas la acumulación de basura en zonas vulnerables a inundaciones? José Elías Cabrejo Paredes, médico especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, y ejecutivo adjunto en la Escuela Nacional de Salud Pública (ENSAP) responde y con preocupación:
“En definitiva, los residuos contienen distintos elementos químicos o sustancias orgánicas que, al descomponerse, causan toxicidad, alergias y otras enfermedades en la gente que tiene contacto con ellos. Ello al venir las inundaciones complica aún más la situación por la expansión que provoca el agua”.
“Los residuos contienen distintos elementos químicos o sustancias orgánicas que, al descomponerse, causan toxicidad, alergias y otras enfermedades en la gente que tiene contacto con ellos”.
También explica que una persona, en especial un niño, que juega y se baña en zonas inundadas con agua que arrastró basura puede contraer: dermatitis, enfermedades parasitarias, intoxicación por contacto, diarreas, micosis cutánea y otras infecto contagiosas.
Es medianoche del 29 de diciembre de 2023 y mientras los ciudadanos celebran un aniversario más de la independencia de Trujillo, en redes sociales muchos muestran su preocupación por las lluvias que se registran en varios distritos, entre ellos: La Esperanza, parte Alta: temen que las quebradas se activen e inunden sus casas.
Otra vez, la mirada se fija en los daños materiales, pero no en la salud. Tampoco se toma en cuenta la contaminación en las zonas vulnerables.
¿Cómo se relacionan la contaminación y la salud pública durante periodos de lluvias como el fenómeno El Niño?
“Todo fenómeno contaminante altera la salud pública y mucho más durante periodos de lluvia que dispersan los contaminantes y también crean reservorio para los vectores que transmiten enfermedades como el dengue”, explica Cabrejo.
El dengue es una de las enfermedades que más golpea, y duro, en los periodos de lluvia. Después del Yaku, los niveles de contagio marcaron un récord histórico, porque no estuvimos preparados, como explicó la jefa de Epidemiología de la Gerencia Regional de Salud de La Libertad Ana Burga.
Al 22 de mayo se contabilizaron 5743 casos, 125 hospitalizados y 7 fallecidos. Unos 32 distritos, que representaban el 80 % de la población de La Libertad, estaban en riesgo alto de contagio.
BuenaPepa volvió a la calle Los Jazmines, del sector Wichanzao, en el distrito La Esperanza, uno de los más golpeados por Yaku y en donde se registró la primera muerte por dengue hemorrágico, este 2023.
Algunos vecinos han colocado desmonte en sus fachadas para evitar una futura inundación. Una medida inadecuada.
Frente a lo que fue su morada –ahora es solo un terreno cercado con sacos de polietileno– Jeyni Dávila Silva carga una foto que recuerda su tragedia: una quebrada que nace en el cerro Cabras se desbordó y sepultó las viviendas de la manzana 23.
Dice que sus hijos tienen miedo: “Me llaman desesperados cada vez que llueve. Me dicen: ‘mamá, ven que la casa se va a inundar’”.
A los damnificados por el Yaku, no se les ha evaluado su salud mental después de la desgracia y, ante la cercanía de las lluvias por El Niño, es vital un plan desde el Ministerio de Salud (Minsa), explica la sicóloga Ana Pereira.
Con miras a El Niño
En setiembre, el Minsa aprobó un plan de contingencia 2023-2024, para mitigar los efectos de El Niño y lluvias intensas, con el propósito de proteger la vida y la salud de las personas, en especial, las ubicadas en zonas con mayor nivel de riesgo.
El Niño se siente. En la última semana de diciembre se han registrado lluvias en cinco provincias de La Libertad. Según la Gerencia Regional de Salud (Geresa) de esta región, el 30% de la población – más de 300 mil habitantes, en especial niños y adultos mayores – es vulnerable a contraer enfermedades por lluvias e inundaciones.
El titular del sector salud en La Libertad, Anibal Morillo Arqueros, informó que con miras a El Niño, se han invertido 14 millones de soles y se han habilitado 110 establecimientos de salud como parte del Plan Estratégico de Abordaje.
A inicios de este mes, entró en vigencia la alerta roja y 6300 brigadistas comunitarios y de la 256 de la Geresa – La Libertad están listos para responder; sin embargo, Morillo, reconoce que “no son suficientes (..) Hay un déficit de 7 500”.
BuenaPepa también le consultó sobre las condiciones de insalubridad en la que viven los vecinos de Sebastián, Giampiere y Miller y explicó que, durante el Yaku, fueron varias las zonas a las que no accedieron por limitaciones de personal y logística. El panorama, ha cambiado casi nada.
En la editorial de la revista Acta Médica Peruana, Roger Araujo Castillo, investigador de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, sostiene:
“Es de suma importancia resaltar los riesgos a la salud que conllevan estos fenómenos climáticos. Hace 6 años (…) advertía sobre la necesidad de prepararse para las diversas enfermedades transmisibles que incrementan su actividad durante los fenómenos del Niño – Oscilación del Sur (ENSO). Desde esa época, poco y nada se ha avanzado respecto a la prevención, preparación y respuesta a posibles daños”.
Pero el asunto es norma internacional, explica: “los efectos sobre la salud de las personas suelen ser bastante marcados, y los organismos internacionales como las Naciones Unidas, consideran que los daños a la salud son una de las principales razones por las cuales debe enfrentarse los cambios climáticos que viene experimentando el planeta en las últimas décadas, siendo las poblaciones pediátricas y las de menos recursos las más vulnerables”.
Llueve sobre mojado
Luego de chapotear con sus amigos, Sebastián me mira y dice: “Señor periodista, a usted lo conozco. Vino hace seis años, cuando por primera vez se formó la laguna”.
Y era verdad: las lluvias del fenómeno el Niño Costero de 2017, que dejaron más 232 342 damnificados, en La Libertad, según cifras oficiales, formaron, por primera vez, lo que se denominó el “Oasis de los pobres”.
A diferencia de ahora, la zona estaba inhabitada y ninguna autoridad o institución se preocupó por evitar que las familias necesitadas de vivienda la ocupen, y tampoco evitaron que los arenales se conviertan en botaderos informales.
Le mostramos la fotografía al gerente regional del Ambiente de La Libertad, Frank Sánchez Romero, y explicó que no tiene jurisdicción en la zona y que las medidas de prevención y educación son responsabilidad de la comuna distrital de El Porvenir. La responsabilidad también recae en los padres de los menores por exponerlos a espacios contaminados.
Expuestos a enfermedades, Sebastián, Gianpier y Miller contrastan con su felicidad, pues sus angustiados padres y vecinos, que lo perdieron todo, menos la esperanza, a través de BuenaPepa piden ayuda para pasar la noche en un lugar seguro.
Sobre la loma, un niño, de un año y medio de nacido, juega con una computadora que su hermano halló en un basural cercano.
Pobreza, contaminación y cambio climático, son los problemas que cargan la atmósfera de la gestión pública: el nubarrón de enfermedades descargará su furia sobre quienes solo buscan sobrevivir, así sea cerca de un basural, si es que el Estado no prioriza la salud como parte de la gestión de riesgo de desastres ante el fenómeno El Niño.
Y aunque el 12 de diciembre del 2023, el Minsa informó que cuenta con 3055 brigadistas debidamente entrenados a nivel nacional para enfrentar los efectos de El Niño, especialmente en las regiones más vulnerables de nuestro país, su número es insuficiente para un escenario real.
Déficit de personal médico y asistencial, falta de sinceramiento en la data de zonas de alto riesgo y contaminadas, y limitaciones jurisdiccionales, son algunos de los antecedentes para este problema bastante conocido.
A sacar el paraguas
¿Qué hacer como instituciones, autoridades y ciudadanos? Freddy León y Juan Cáceres, en su artículo científico “Efectividad del Programa de Gestión del Riesgo de Desastres en el Perú”, recomiendan:
“Corregir el manejo de espacios urbanos insalubres hacinados en zonas de alta vulnerabilidad, que ante la incapacidad pública para satisfacer la demanda por vivienda, existe la pobreza y marginalidad entendidos como resultados de exclusión y segregación socioterritorial”.
En noviembre de 2023, la Mesa de Concertación para la Lucha Contra la Pobreza (La Libertad) en sus “Recomendaciones para Mitigar el Impacto del Fenómeno El Niño en la región La Libertad”, enfatizó a la Geresa:
“Planificar y organizar campañas de salud, en función a las enfermedades que se presentan en la población durante y después de los fenómenos naturales como el dengue, la leptospirosis, Enfermedad Diarreica Aguda, Infección Respiratoria Aguda, entre otras”.
“Capacitar a las familias en la prevención de propagación de enfermedades durante y después de la ocurrencia de los desastres naturales”.
El especialista en salud pública, José Cabrejo, recomienda: “Promover el autocuidado, evitar arrojar basura a los ríos. Disponer adecuadamente sus Residuos sólidos y líquidos sin afectar el medio ambiente”.
Y para evitar enfermedades producto del colapso de las redes de alcantarillado, el Servicio de Agua Potable y Alcantarillado de La Libertad (Sedalib), recomienda a los vecinos “no arrojar agua de lluvia a buzones, porque provocan colapso de las redes de aguas residuales, dañando la salud pública y de las personas”.