Un elemento singular del paisaje de ciudades como Trujillo son los canes, animales nobles que acompañan al humano desde que dejaron de ser lobos. Hay perros que viven con todas las comodidades de un hogar, pero hay otros privilegiados que se revuelcan en la libertad de la calle.
Se dice que el perro es el mejor amigo del hombre. Y es que la historia da fe de muchas historias relacionadas al cariño y la lealtad que las mascotas muestran a sus dueños. La relación entre un perro y su amo puede ser algo verdaderamente especial, un vínculo emocional para toda la vida, incluso hasta después de la propia muerte.
Así, por ejemplo, es muy conocida la historia del perro Bobby. Un can que luego de ser adoptado por John Gray, un policía de Edimburgo (Escocia), mostraría un cariño y un apego total para con él. Tanto así que cuando John Gray falleció en 1858, su mascota no se movió durante los 14 años siguiente de la tumba de su dueño.
También, es muy conocida la historia de Hachiko. Un perro que, al fallecer su dueño, el profesor Hidesamuro Ueno, Hachiko durante 11 años volvería fielmente todas las noches a la estación de trenes, exactamente a la hora en la que llegaba el tren que solía tomar Ueno.
Pero no solo la historia nos recuerdo este vínculo que amo y perro pueden llegar a experimentar; sino, también, hay grandes escritores que dedicaron y hablaron sobre sus mascotas más queridas. Por ejemplo, Pablo Neruda dice: “Y yo, materialista que no cree en el celeste cielo prometido para ningún humano, para este perro o para todo perro creo en el cielo, sí, creo en un cielo donde yo no entraré, pero él me espera ondulando su cola de abanico para que yo al llegar tenga amistades”.
Por su parte, Virginia Woolf expresa abiertamente sobre su perro: “Flush no era un perro cualquiera: animoso y, al mismo tiempo, reflexivo; canino, sí, pero a la vez extremadamente sensible a las emociones humanas (…) Nos une la simpatía. Nos une el odio. Nos une la prevención contra la tiranía morena y corpulenta. Nos une el amor».
Y si abriéramos un diario en donde las personas firmen los sentimientos que tienen por sus mascotas, este diario tendría que ser, quizás, tan grande con el universo. Y no solo de sentimientos y emociones, sino de historias también. Se podrían, incluso, escribir novelas sobre los perros. Si. Ciro Alegría escribió, por ejemplo, los Perros hambrientos, una novela indigenista que trata sobre el hambre, la miseria y la discordia social entre amos y sirvientes y, en la cual, dos personajes principales son los perros llamados Hueso y Pellejo, que simbolizan la protección para sus amos.
Inspiración canina
“Los perros son mejores que los humanos porque saben las cosas pero no las cuentan”, advierte Emily Dickinson. “El perro es parte del hombre”, sostiene, con fe ciega, Albert Brahm. “Cuanto más hombres conozco, más amo a los perros”, parafrasea Charles de Gaulle. “Al principio Dios creó al hombre… y viéndolo tan débil, le dio el perro”, acepta Toussenel. “La única cosa negativa de los perros es que viven demasiado poco”, acepta Agnes Sligh Turnbull. “Ladran, Sancho, es señal que cabalgamos”, escribe Miguel de Cervantes para inmortalizar un aporte de este animal al hombre: sirven para avanzar.
Esta galería busca homenajear a estos cachorros. Con una mirada muy acuciosa, con ironía y humor trasladamos escenas cándidas de perros callejeros en la ciudad de Trujillo. Estos perros pueden representar también a muchos indigentes que al igual que ellos, viven, comen y duermen en la calle. Si ve uno en la calle, no los espante, tiendan su mano y verá como mueve la cola.