Escribe Nahomy Sigüenza Abanto
Cada sábado, Lucero Chávez Escobar, una joven de 16 años, aborda un taxi rumbo al coliseo Gran Chimú de Trujillo con un único fin: pasar el tiempo disfrutando de la música de sus artistas favoritos del k-pop, género musical oriundo de Corea del Sur.
Al llegar, comienza la práctica de baile junto a su grupo de covers B-soul. Pasan unos 40 minutos y escuchan la primera ofensa de la tarde: “Ellas imitan a esos chinitos”.
Son inevitables las críticas en ese espacio público. Es imposible frenar los ataques y, aunque disimuladas, terminan por destruir la atmósfera de regocijo.
Los fanáticos del k-pop, también nombrados kpopers, son una tribu urbana, de las tantas que pululan por este mundo superconectado y, a la vez, fragmentado. La revista Forbes reveló que, en los últimos cinco años, este colectivo no ha dejado de crecer de forma sostenida, a tal punto, de ser nombrada como “el fenómeno fan de la década”.
En el caso de Perú, la primera experiencia con el k-pop fue en 2012 con la popular canción del baile del caballo, Gangnam style.
Años más tarde, aparecería BTS —una de las bandas de jóvenes más conocidas en el planeta—, quienes conquistaron la lista Billboard y marcaron una diferencia con los cantantes occidentales, lo que provocó que los fanáticos aumentaran, al igual que el desconcierto y los comentarios discriminatorios.
K-pop: una identidad por conocer
Un estudio acerca de las agrupaciones juveniles seguidoras del k-pop deja en claro que, como cualquier tribu urbana, los fanáticos comparten sus propios códigos, referentes y un mismo lenguaje.
Desde el intento de imitar a sus artistas, no solo en el baile, sino en la vestimenta con prendas extravagantes o el pelo teñido, hasta mostrar interés por aprender el idioma, desde un simple te amo —saranghae—.
A partir de una visión externa, estas acciones son un intento bochornoso por convertirse en alguien que la propia raza impediría: un surcoreano. El sicólogo Leo Pichén Cabrera reconoce la situación como característica de los jóvenes.
“Hasta los 21 años aún estás formando tu concepto de personalidad, ¿quién soy?, ¿cuál es mi autoconcepto? Es usual que como cualquier gusto empieces a mimetizar los elementos de este; si no que da la casualidad de que no es tan usual y no se ve mucho en este lado de occidente”, considera.
Un estudio acerca de las agrupaciones juveniles seguidoras del k-pop deja en claro que, como cualquier tribu urbana, los fanáticos comparten sus propios códigos, referentes y un mismo lenguaje
Las diferencias entre ambos continentes, Asia y América del Sur van de un extremo a otro y si le sumamos el aspecto de que Perú es influenciado por EE. UU. es posible arraigar el orientalismo —modo occidental de inferiorizar a las culturas asiáticas—, practicado a través de burlas xenófobas.
En busca de una personalidad
Alicia G. Vadillo en el artículo Identidad y Adolescencia considera que, en este proceso de exploración personal, el joven busca conectarse con otros, lo que implica que la construcción de la identidad personal se desarrolla a través de conocer y reconocerse en los demás experimentando una sensación de seguridad.
Explica que si una persona que comparte el gusto por el k-pop asiste un fin de semana a un evento, como lo que ocurren en el coliseo Gran Chimú, no sentirá inseguridad por expresarse, podrá bailar y conversar con todos los integrantes de la tribu sin necesidad de conocerse a profundidad, pues el gusto compartido parece ser suficiente fuente de confianza.
Estefanía Rodríguez Olivo confirma: “Todos vienen a bailar, son de la comunidad”.
Si bien se puede llegar a considerar una pérdida del individualismo, en el caso de esta tribu y a partir del comentario de algunas de sus integrantes, es posible entender que, incluso, dentro de este grupo existen divisiones y preferencias.
La configuración de una extensa variedad de artistas, conceptos y mensajes llegan a diferenciar los gustos y experiencias de cada seguidor dentro del mismo clan.
Génesis de un movimiento
El k-pop moderno surgió a inicios de los 90 con su principal precursor, la agrupación Seo Taijin and Boys, quienes con un estilo musical inspirado en el pop estadounidense conquistaron al público surcoreano acostumbrado a géneros tradicionales como el trot y el folk.
El Instituto de Investigación de Hyundai nombró a BTS como una de las 7 causas de esperanza para la economía, debido a que facturó, en un año, unos 5 mil millones de dólares, casi el 0,5 % del PBI de Corea del Sur.
Las sorprendentes cifras tienen un porqué. El principal es la existencia de una efectiva estrategia de comercialización centrada en la venta de merchandising, álbumes, boletos de conciertos presenciales y virtuales, colaboraciones con marcas reconocidas y el streaming de las canciones en diversas plataformas.
Si bien se puede llegar a considerar una pérdida del individualismo, en el caso de esta tribu y a partir del comentario de algunas de sus integrantes, es posible entender que, incluso, dentro de este grupo existen divisiones y preferencias.
Los fanáticos no dudan en ser consumidores de su agrupación favorita. En el último concierto que el grupo NCT Dream ofreció en Perú se recaudó aproximadamente 5 millones de soles solo en la venta de entradas, cálculo basado en la información brindada por Teleticket.
La crítica por desconocimiento
Las críticas a raíz de la demostración de su gusto por el k-pop se han convertido en costumbre. Los comentarios maliciosos llegan desde adolescentes, en su mayoría varones, hasta los propios padres.
Cuando este boom de la cultura coreana nombrado Hallyu llegó a tierras peruanas, el desconocimiento se elevó en un nivel estratosférico y el comentario burlesco más repetido era: “Te gustan esos chinos gays”.
“Mi papá, tenía muy bien definido que cualquier persona que viene de Asia es china, habla chino, son gays y eso afecta a la persona que le gusta la música porque te ves influida por esos comentarios al no querer compartir qué es lo que te gusta”, comparte Nicole Terán Alegría.
Arely Oruna Esteban y Lucero Chávez Escobar, bailarinas de un grupo de covers, coinciden que incluso adultos las miran mal y les lanzan quejas solo por escuchar música de otras culturas.
Estefanía Rodríguez Olivo recuerda una situación en su universidad. “Mi profesora en una de las clases colocó una foto de BTS, porque es de lo más general del k-pop y me acuerdo de que todos los compañeros comenzaron a decirle chinos; comentarios un toque fuera de lugar”.
El mensaje cala
Para un adolescente que está en el proceso de descubrir sus gustos, tales críticas y sucesos son significativos.
El sicólogo Leo Pichén Cabrera advierte algunos de los posibles efectos. “Pueden ser baja autoestima, problemas de autopercepción, ansiedad por encajar. Depresión, si constantemente recibe segregación y puede ser una persona que a la larga evite relacionarse para que no la lastimen o que prefiera complacer a los demás” explica.
La fundación iS+D considera que la intolerancia que ciertos individuos proviene del temor originado en el desconocimiento de las prácticas o creencias diferentes a las propias.
“El ser humano es adaptable por naturaleza, no es innatamente discriminador u opresor, esto viene de la necesidad impuesta de hegemonizar todo haciendo que cualquier cosa que no provenga de lo occidental cause rechazo”, señala Pichén
Zonas de confort
La fama mundial del género surcoreano ha comenzado a conquistar los medios de comunicación del Perú, principalmente la televisión.
En América TV, el programa Cinescape, conducido por Bruno Pinasco, transmite informes o reportajes referidos a los grupos de idols, como se nombra a los cantantes surcoreanos. Incluso en noticieros como Latina o ATV se difunden noticias sobre los fandoms —grupos de fans— y los logros de los artistas.
Pero los fanáticos no se quedan atrás, ellos buscan darse a conocer por cuenta propia. Es así que organizan festivales, concursos de baile y ferias, en las cuales socializan libremente.
“Lo que hacemos nosotros es bailar en lugares públicos y a veces presentarnos en eventos privados, pasa gente que no conoce acerca del género, se van enterando, tal vez, les gusta y aceptan más”, Nicole Yung Jaramillo, una activida participante, de estos eventos.
El crecimiento de la tribu —no solo en Lima como capital; sino en La Libertad y más ciudades del país—, se vayan normalizando estas reuniones, se eliminen los prejuicios y las personas comprendan que una tribu urbana no es antónimo de lo correcto.
Por el contrario, es un refugio para jóvenes y adolescentes que buscan encontrarse a sí mismos y expresarse libremente.
Este contenido es el resultado del curso Introducción al Periodismo del programa de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Privada Antenor Orrego.