Escriben Mishel Farfán Pardo y César Clavijo Arraiza*
El José José peruano nació el día que murió Jesucristo: Viernes Santo.
“Nació sonriendo; con sus ojos bien abiertos”, recuerda su mamá. Una sonrisa inolvidable, la de este artista piurano de 22 años que, por estos días, está haciendo patria en Chile. La risa es una manera de enfrentarse a la muerte, porque quién de todo se ríe, dice el refrán, es el que bien vive. e
Su nacimiento se programó para el 20 de abril del 2000, pero era 21 y la señora Iris Córdova Arena no sentía ningún síntoma de trabajo de parto; pero sí la carcomía la preocupación. Cuando la familia se preparaba para disfrutar un día de piscina, pidió que la lleven urgente al hospital.
Allí advirtieron que ya estaba dilatando, pero ello no sentía ningún dolor. Entonces, le indujeron el parto. A las seis de la tarde nació el último descendiente de la familia Pinedo Córdova. “Mi esposo siempre decía que era el niño feliz, porque cuando se despertaba siempre sonreía”, cuenta su mamá.
Desde su nacimiento, José Eduardo ha sido un adelantado. Se nace llorando y se debe aprender a reír. Aristóteles vaticinaba que se aprende a reír a los 40 días de nacido y es allí cuando el bebé se convierte en un ser humano.
La imitación es una técnica compleja que implica más que saber cantar y actuar. Es el paquete completo de estudiar, construir al personaje y separarte de tu esencia para interpretar la continuidad y temática de la vida de otro.
Su majestad José José
Un día en familia, vieron Yo soy Kids. José Eduardo tenía 14 años y pensó ¿por qué no hacerlo? y perseveró. Primero sus padres se negaron. Perseveró. Jhampier, su hermano mayor, un productor musical, e indicado para ayudarlo se negó. Perseveró.
Jhampier dudaba, pero le planteó una condición. “Cantar es complicado, ahora imitar lo es más si es a José José, una de las mejores voces del mundo y de trayectoria grandísima. Yo no creía que lo podía realizar. Mi madre me pidió que lo apoye porque era su sueño. ‘Si me demuestra que puede cantar lo llevamos’ le contesté”, recuerda el mayor de los descendientes Pinedo Córdova.
Desde su nacimiento, José Eduardo ha sido un adelantado. Se nace llorando y se debe aprender a reír. Aristóteles vaticinaba que se aprende a reír a los 40 días de nacido y es allí cuando el bebé se convierte en un ser humano.
Antes que el canto lo apasionaba el fútbol, pero ya estaba embarcado en su objetivo de llegar al programa televisivo. “Él no cantaba. Imitaba o caricaturizaba voces, pero no cantaba”, recuerda Jhampier.
Practicaba por su cuenta. Llegaba del colegio y se encerraba en su cuarto a mirar videos tutoriales y practicar hasta muy tarde. Repetía una y otra vez para modular su voz y asemejarla al cantante de El triste, Lo dudo, La nave del olvido. Imitaba sus gestos, sus posturas y forma de expresarse en público.
Entonces, otra precocidad. En dos semanas, cantó como José José. Dos presentaciones en Piura y se fue al concurso a Lima. Fue eliminado en la segunda gala, pero ganó experiencia y, en especial, el respeto.
Dos años después regresó para seguir probando que era un adelantado: siendo un menor de edad llegó a la final del Yo Soy, segunda temporada 2016, el programa de imitación más sintonizado de la televisión peruana.
Los programas concursos de imitación, además, de ofrecer una nueva perspectiva y propuesta a los televidentes, generan emoción y promueven el valor al personaje a través de la caracterización y las historias de los participantes, a su vez son la evidencia de que una persona del público sí puede convertirse en su artista favorito y ser una estrella.
Se enfrentó a un argentino que durante siete años venía rindiéndole tributo a Ricardo Arjona. “Lo que hizo José con 16 años fue algo increíble. Nosotros lo vivimos como nuestro propio mundial de fútbol”, recuerda su hermano Jhampier.
El productor y jurado del programa cuenta de esta forma su pálpito por José Eduardo antes de que se conocieran los resultados: “Puedes imaginarte tener 16 años y pararte delante de miles y miles de personas y no solo sostener la afinación y cantar con interpretación; sino, además, imitar, sostener un timbre que no es el tuyo y cargar con la responsabilidad de imitar a alguien como José José. Yo no me lo puedo imaginar, pero eso es lo que estás viviendo y estás a la altura de esa responsabilidad”.
José Eduardo ocupó el segundo puesto, pero ganó. Ahora con 22 años es acaso el José José peruano más exitoso de esta parte del mundo. Viajó a Panamá y ahora canta y encanta en Chile, en la versión sureña de Yo soy.
De buena familia
Creció en una familia artística. Es el último de cuatro hermanos, tres varones y una mujer, todos dedicados y apasionados a la música. Su padre es un coronel retirado de la Policía Nacional del Perú, motivo que llevó a su familia a constantes cambios de ciudad y colegios. Su mamá es docente de educación inicial. Su papá es de Iquitos; su mamá y sus tres hermanos, de Tumbes y él, de Lima; pero se siente piurano como el chifle.
Las reiteradas mudanzas ahondaron su deseo de destacar y ser aceptado por sus compañeros, lo que motivó sus primeros acercamientos con la imitación. Inició con el rey del pop, Michael Jackson, a sus 7 años, para una presentación en el colegio. Luego imitó voces de personajes de la televisión para el goce y deleite de sus compañeros.
La Navidad era pura algarabía en casa, entre otros motivos, porque los regalos siempre eran instrumentos musicales, lo que provocaba que los hermanos conviertan a su casa en escenario de conciertos.
Camino a Chile
En las redes sociales sus videos de sus performances en Chile dan cuenta de su talento y, en especial, de lo sorprendido y complacidos que se muestran los jurados con su desempeño. Viajó a Chile con su hermano Jhoffrey, quien imita al brasileño Roberto Carlos. Allá se encontraron con 12 concursantes peruanos, con quienes ya habían competido en otros lugares, entre ellos el lambayecano de 50 años Carlos Burga, también, imitador de José José y ganador de dos temporadas.
Yo soy Chile es difundido por un Chilevisión, un canal de Paramount. Es el programa líder en su horario y en esta edición incluyó la participación de artistas de Perú, México, Brasil, entre otros países. “Nunca en estos 8 años de carrera artística había firmado un contrato tan importante. Iba ser parte de Paramount, una productora de talla internacional, con tanta historia. Yo no me lo podía creer”, cuenta.
Llegaron a Chile el 11 de setiembre. Brillaron en el casting en vivo. Fue muy buena la participación para ambos. José Eduardo interpretó El triste. El jurado lo llamó valiente porque se presentó a la prueba con una de las canciones superdifíciles del repertorio del mexicano. “Yo iba al todo o al nada”, confiesa. También, le dijeron que estuvo extraordinario.
Antes que el canto lo apasionaba el fútbol, pero ya estaba embarcado en su objetivo de llegar al programa televisivo. “Él no cantaba. Imitaba o caricaturizaba voces, pero no cantaba”, recuerda Jhampier.
Lo eligieron el mejor de la semana, calificación que le valió para presentarse en la gala del mejor del mes. Entonces, cantó el tema que le había cambiado la vida por completo, que lo hizo conocido en el extranjero y en el José José que es ahora: Vamos a darnos tiempo. Una canción hermosísima. Derrotó a las imitadoras de Lucero y JLO.
Eso es todo lo que se ha visto hasta ahora por televisión de su desempeño en Chile, pero el programa está grabado por completo. Ya tiene ganador, pero ninguno de los participantes puede revelar el desenlace. José Eduardo y su hermano regresaron a Perú el 11 de noviembre.
Enemigo íntimo
Chile es especial para los peruanos. Sostuvimos una guerra, en la que, prácticamente, nos arrasaron. Sus amigos le pedían que recupere al Huáscar, ese monitor que comandó Miguel Grau, el peruano del milenio, o al menos que les gane a esos chilenos y agregaban palabras que no se pueden reproducir. José Eduardo viajó con miedo.
Había escuchado comentarios de gente que la pasó mal por temas de discriminación, pero a él y a su hermano les pasó todo lo contrario. Regresó con un estupendo concepto de Chile. “Los taxistas se emocionaban que éramos peruanos y que estemos participando en el programa. Incluso, tuvimos dos presentaciones (conciertos) con mi hermano y ellos se sentían orgullosos que estemos conociendo su país”, evoca.
Una noche, Sergio Pacheco, quien participó en Yo soy Perú imitando al mexicano Marco Antonio Solis, los invitó a salir y, entre otras cosas les confesó su resentimiento con el Perú porque se sintió discriminado cuando vino a cantar. “Nos dio mucha vergüenza, saber que la pasó mal, y él —y muchos chilenos— estaban haciendo todo lo posible para que nosotros la pasemos bien”, compara.
Fuente de inspiración
José Eduardo además de llevar el primer nombre coincidentemente con el artista que imita, tiene, además, en común la estatura: 1.70 metros. El año que nació el piurano es último en el que José José apareció públicamente con la voz aún de José José. En el 2021, grabó, con un timbre destruido, el disco Tenampa. Fue duramente criticado y un fracaso en ventas. Entonces, nunca más grabó en solitario.
El objetivo de Luis Eduardo no es desligarse de la caracterización porque siente que tiene mucho futuro. Su meta es convertirse en el imitador principal y más reconocido de José José, terminar su carrera en Ciencias de la Comunicación y próximamente inaugurar una plataforma para los nuevos músicos, donde las familias disfruten de un lugar acogedor acompañado de buena música y compartir algún tema propio sin dejar de ser El Príncipe de la Canción.
También quiere ser motivo de inspiración para que los jóvenes, como él, se animen a luchar por lo que quieren ser. “Arriésguense”, repite. “Los sueños se hacen realidad”, insiste. Luego cuenta que a Chile viajó para crecer, para aprender. “Esa iba a ser mi ganancia”, dice afortunado el hombre que nació sonriendo cuando Jesucristo murió en señal de amor.
Este contenido se desarrolló en el curso Taller de Redacción Periodística II de la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Privada Antenor Orrego.