Los libros: ese narcótico absoluto para cualquier lector. Como faros en medio del camino, emergen de pronto con el sentimiento último de no dejar indiferente. Y este aparecer repentino en la vida de uno despierta una adicción eterna, casi como agradecimiento a aquellas páginas que nos rescataron.
Desde la semilla que plantó Demian, la novela de Herman Hesse, y durante el camino de la juventud, la enseñanza y, la vida misma, el joven escritor Joe Guzmán (Trujillo, 1991) ha encontrado autores de cabecera que cultivaron su estilo literario. Son voces que deambulan entre el espectro de lo optimista y lo insano, todos ellos comparten el desenfreno por las buenas historias.
Gracias a la editorial Disicultura, por primera vez, se recopilan más de veinte textos críticos de Guzmán sobre sus lecturas favoritas de autores variados como Rodrigo Lira, José Donoso, Mariana Enríquez, Carlos Tataje, Juan Carlos Onetti, entre otros, que marcaron un antes y un después en la carrera literaria del escritor. En esta entrevista, su autor nos ofrece más detalles de Anfetaminas y otras dosis, y de su experiencia como un lector comprometido.
-Me comentabas que no tenías pensado publicar estos textos. ¿Cómo te animaste?
-El origen de estos textos datan, más o menos, del 2020, durante el primer año de pandemia, cuando empecé a escribir algunos artículos de literatura y temas de historia para publicarlos en la revista Lima Gris. Me ayudó a tomar cierta disciplina y llegué a sacar un texto por semana. También comencé a publicar en la revista Disicultura y terminó juntándose buen material. No pensé publicarlo como un libro, hasta que Luis Quispe (editor de Disicultura) me comentó que tenía en mente sacar una editorial de no ficción y me invitó a ser el primero en publicar en esta serie. Es un trabajo que comienza a fines del año pasado, que fuimos dando forma en los meses siguientes.
Desde la semilla que plantó Demian, la novela de Herman Hesse, y durante el camino de la juventud, la enseñanza y, la vida misma, el joven escritor Joe Guzmán (Trujillo, 1991) ha encontrado autores de cabecera que cultivaron su estilo literario.
-Creo que todo escritor siempre comienza leyendo, que es la base de toda formación literaria. Pero ¿qué motiva saltar este límite de la lectura hacia una crítica, hacia una reflexión?
-La literatura que a mí me atrae, aquellos escritores que considero completos, son aquellos que no solamente se explayan en el campo de la ficción, en el campo de la creación; sino que también tienen cierta capacidad de criticar, hacer análisis sobre distintos tipos de discursos, en este caso poéticos o narrativos. Entre ellos destaco a Ricardo Piglia; poetas como Elliot, Ezra Pound, hasta el mismísimo Vallejo, que tienen la capacidad de generar crítica en torno a textos o autores de su época, contemporáneos o escritores más antiguos.
-Mencionabas que, en el trabajo para este libro, se concedió cierta estructura a la versión final, ¿qué características comparten estos autores, que terminaron unificando la idea del libro?
– Yo creo que hay distintos factores. El primer factor son autores que me han formado como lector y quizás también como escritor, que leí en mi etapa universitaria y que alimentaron mi espíritu. Algunos de ellos nacieron gracias a la amistad, a amigos que compartían sus lecturas. Luego, considero a autores liberteños a quienes no se les ha generado una crítica suficiente aquí en el medio del local, por ejemplo, cuando Andrea Cruzado sacó Museum no recuerdo que haya habido una gran reseña, un gran texto crítico en torno a ese libro. Entonces, lo que yo busqué fue elaborar textos críticos en torno a autores de mi generación o de escritores liberteños que han tenido un espacio casi marginal, como es el caso de Santiago Merino o Carlos Tataje.
-Y con respecto a la elección del nombre, ¿cuál es la razón detrás del título para el libro?
-Es un título que refiere mucho a la enfermedad, pero también a cómo los libros pueden ser vistos como sustancias psicoactivas que alteran el sistema nervioso de un lector, que lo despiertan casi como un hachazo. Esa frase tan típica de Kafka, que una obra debe romperte la cabeza, los buenos libros hacen eso finalmente: despiertan, digamos, una conciencia en el lector, alteran el sistema nervioso, cambian la visión que ellos pueden tener de la vida, del mundo. Me ha pasado a mí y creo que a cualquier lector, más aún cuando se es joven. Este libro también es como un pequeño homenaje a aquellos escritores que leí también de joven que hablaban acerca de otros escritores. Por ejemplo, descubrí varios autores, como Salinger, gracias a las columnas dominicales de Luis Eduardo García, en el periódico La Industria.
Joe Guzmán y la crítica nuestra
-Con esta aproximación, ¿cuál consideras que es el papel de la crítica en una ciudad que no se caracteriza tanto por su producción en el género?
-El papel de la crítica es fundamental en el campo de la literatura. Es fundamental porque no solamente forma un puente entre un lector y una obra; sino, también, ayuda a esclarecer o a tener una mejor interpretación. Por ejemplo, cuando leí el texto crítico de Antonio Cornejo Polar sobre un poema de Vallejo, me pareció fascinante; un texto que me ayudó a comprender, con mayor profundidad, la poética vallejiana. Entonces creo que ese es el rol de la crítica, profundizar en la interpretación que puede tener un lector respecto a una obra y también conducir al lector por distintos autores.
-Desde tu experiencia como educador, ¿cómo reconoces, personalmente, cuando una obra puede ser parte de tu canon literario, que inmediatamente se vuelve una joya?
–Son obras que, en primer lugar, reelería completamente. Hay momentos en donde siento algo de reparo por leer obras nuevas y me voy por aquellas que he disfrutado la historia en varias ocasiones. Sin embargo, siento nuevamente el placer de leer ese libro. Entonces, creo que estas son las obras maestras, aquellas que son un lugar de calma y refugio donde el lector puede regresar. De cierta forma fueron estas lecturas las que me permitieron reflexionar sobre ellas e intentaba superar la valla de la literatura como mero placer.
-En un periodo donde exploras más la crítica, ¿cambió la percepción que tenías de la idea de la literatura?
-Bueno, yo pienso que la literatura tiene muchas funciones. Una función, justamente, es lo estético, lo gozoso; pero, también, hay una intención cognoscitiva, que es cuando la obra te genera conocimiento, respecto a un tema o respecto a una materia. O también una función ideológica, una función social, que te permite saber el contexto en el que se ha generado la obra. Entonces, no considero que una obra literaria se quede en el placer; sino no habría allí un objetivo claro de la literatura. Sí considero que la literatura es un gran elemento de la sociedad que ayuda a formar ciudadanos. Aquella dicotomía entre obras comprometidas, obras puras ya está tachada, no está eliminada. Es ese debate que se hace en los 50, de poetas puros y poetas comprometidos. O sea, yo creo que la literatura es una sola y que te permite tener una mayor reflexión en torno a lo que ocurre en el mundo. Por ejemplo, ¿por qué seguimos leyendo Dostoevsky? Porque Dostoevsky refleja el espíritu ruso de esa época, el zarismo, los abusos. Es una novela policial; pero, también, una obra de gran crítica social y de gran connotación política.
La literatura tiene muchas funciones. Una función, justamente, es lo estético, lo gozoso; pero, también, hay una intención cognoscitiva, que es cuando la obra te genera conocimiento.
-¿Qué textos críticos te ayudaron en este proceso o, mejor dicho, fueron tu formación?
-Aquí en el Perú, por ejemplo, lo que me sirvieron fueron los textos críticos de Fernández Cosman, que es un profesor de la San Marcos, o Antonio Cornejo Polar, quizás también por ahí, González Vigil. Admiro a los escritores que, a la vez, son críticos, como Ricardo Piglia. Él tiene un fabuloso libro llamado Crítica y Ficción, en el cualdemuestra que es un gran narrador y un gran conocedor de la teoría literaria. Estos autores me parecen valientes ante todo con la gran obra que han escrito, fácilmente podrían sobrevivir en el tiempo, pero se dieron un espacio singular para motivar a leer a otros autores mediante la crítica.
Joe Guzmán presentará Anfetaminas y otras dosis, editado por Disicultura, este sábado 27 de mayo, a las 7 p. m. en el Centro Cultural del Banco de la Nación, Trujillo. Los comentarios estarán a cargo de David Navarrete y David Novoa; con intermedio musical a cargo de Ray Paz y Diego Ávila.
Joe Guzmán (Trujillo, 1991) Estudió la carrera de Educación Secundaria, en la mención de Lengua y Literatura, en la Universidad Nacional de Trujillo. Autor de El devenir de lo incierto (Paloma Ajena Editores, 2014) y de Arqueología del caos (Paloma Ajena Editores, 2022).