Hace más de tres décadas, David Novoa Jiménez escribió su nombre en el Parnaso literario peruano. Su credencial fue Itinerario del alado sin cielo, un título-metáfora muy acertado.
David me asocia con un consejo que le ofrecí y, según su criterio, resultó decisivo. Me presentó el texto original que exhibía excesos retóricos y ecos de poetas consagrados.
Solo le dije: “Podrías ganar un concurso local; pero si quieres el nacional, suprímele la broza y habla con tu voz”. Meses después me visitó, feliz, para comunicarme la obtención del premio.
El viaje interior
El Itinerario del alado sin cielo presenta a un joven que deambula sin rumbo, desencantado, en un mundo gris y extraño. Ese paseo podría interpretarse como un bautizo existencial, un acto iniciatorio, un simbólico descenso al infierno de lo cotidiano.
Pero ese mismo caminante decidió emprender un viaje interior de búsquedas, inquisiciones y asedios a su identidad, a sus relaciones con el mundo y a sus convicciones.
En 1996, David me mostró su Libro de la Incertidumbre y me pidió que lo presentara. Accedí, obviamente. Esa noche enfaticé que la incertidumbre es indispensable para acercarse a la Verdad.
Ese libro significó su paso por el purgatorio, el testimonio de su lucha para trascender su ego y la mente.
Casi dos décadas después, en el año 2014, ya maduro en años, con mayor experiencia y reflexiones, ofreció un acercamiento a lo trascendente en La Voz del Loco.
En el epílogo que le escribí, preciso que, como el de Gibrán, el Loco de David encarna al sabio, a la voz que brota desde el corazón, auténtica, libre y desbordante de amor. Así, David, el alado, había accedido a su propio cielo.
Encuentros
Guardo en mi corazón las palabras de David en la entrevista después de recibir el premio por el Itinerario del alado sin cielo. Me consideraba su maestro y desde entonces me ha distinguido con ese término tan especial.
Hace tres años, el Estado Peruano me concedió esa condecoración por mi trayectoria profesional, pero nunca me suena mejor que cuando viene de un poeta tan talentoso como David Novoa.
En realidad, esta sólida relación con él ha dependido del destino, ese factor invisible que permite encuentros aparentemente casuales o coincidencias a las que Karl Jung denominó sincronicidad.
La primera ocurrió cuando era un niño y acompañaba a su padre, don Lucho Novoa, a las charlas de esoterismo que ofrecía yo en Roma.
Él se encargaba de grabarlas en un equipo portátil. Seguramente no entendía nada, pero el registro se produjo en su esfera subconsciente y, supongo, en algo contribuyó cuando empezó a cultivar la poesía.
En realidad, esta sólida relación con él ha dependido del destino, ese factor invisible que permite encuentros aparentemente casuales o coincidencias a las que Karl Jung denominó sincronicidad.
Diez años después fui su profesor en el Colegio Militar Ramón Castilla y, a fines de la década del ochenta, en una universidad privada. A pesar de la diferencia de edad, surgió una amistad espontánea sólo atribuible a una relación kármica.
Nuestro interés común era la literatura y el conocimiento trascendental. En mis clases de Lenguaje me daba maña para abordar temas esotéricos (astrología, alquimia, esoterismo cristiano) y también mis preferencias literarias (Sábato y García Márquez).
Se formó, incluso, el grupo Los Sabatianos, con José Carlos Orrillo y Omar Forero, y las clases continuaban en un café o en un bar.
Una gran amistad
Con David mantenemos una amistad ininterrumpida y muy sólida. Hemos compartido muchísimas jornadas amicales y culturales. Si en algo he contribuido a su formación, me alegra muchísimo. Yo solo admito haberle inculcado algo: obedecer la voz de su ser.
Hasta ahora todo indica que me ha atendido, porque está cumpliendo su destino: es poeta, un poeta total y cabal. Ha hecho de la poesía su fe, su religión, su meditación.
Se autocalifica de Loco y vive como Diógenes de Sínope, a su manera, al margen de las opiniones y las convenciones. Y solo le importa expresar su amor a la Vida, a la Belleza, a la Libertad y a la Verdad.
⃰ Fragmento del texto leído con motivo del lanzamiento de la segunda edición de Itinerario del alado sin cielo. Se realizó el martes 5 de marzo, a las 7 p. m. en la Fundación Cultural del Banco de la Nación de Trujillo.