¿Cómo se sobrevive a un disparo en la cabeza? Por más extravagante que parezca esta interrogante, hay ciertas posibilidades para lograrlo. Roger Eduardo Sevillano Vallejos (44), un agente de seguridad y padre de cinco hijos, es el más claro ejemplo. En una escena similar a las películas de terror (ver el video), este hombre fue sorprendido por un sujeto que llegó hasta su centro de trabajo en busca de venganza. Por confusión, disparó sin calcular que la bala terminaría en la cabeza de Roger. Pero, aunque increíble que parezca, sobrevivió al ataque.
Según el medio británico BBC, los estudios señalan que 19 de cada 20 personas que reciben un tiro en la cabeza mueren inmediatamente. Roger Eduardo Sevillano es la excepción, la unidad mínima que confirma la estadística. Vive para contar lo que pudo ser una tragedia. En el seno de su familia definen este acto como suerte; mientras que los médicos lo catalogan como un verdadero milagro.
Horas de terror
Todo inició el lunes 21 de febrero a las tres de la madrugada aproximadamente, cuando los integrantes de la familia Sevillano Flores recibieron una llamada que paralizaría sus vidas. Un acontecimiento inesperado había afectado a Roger Sevillano durante su horario de trabajo. Al llegar al hospital, según comenta Roxy Flores Ayala, esposa de la víctima, se nubló y perdió las esperanzas al ver al hombre que amó durante toda su vida derrumbado con el rostro lleno de sangre.
“Los vimos ensangrentado. En la parte inferior de su cabeza tenía un orificio. El doctor nos dijo que la bala se había alojado en la región occipital (un centímetro debajo de la oreja). Eso nos asustó mucho, pero a la vez nos tranquilizaba verlo hablar y moverse. Hasta el momento nadie se explica cómo pudo sobrevivir a esto”, relata Roxy Flores.
“Estoy vivo”
Hoy, a solo dos días de intervención médica, Roger Sevillano manifiesta una pronta recuperación. Lejos de solicitar descanso médico para superar lo vivido, exige retomar a sus labores; sin embargo, es retenido por su esposa e hijos, quienes agradecen a Dios por el milagro de mantenerlo a salvo. “Estoy vivo, eso es lo que importa. Ya me dieron de alta y tengo un deber, debo volver a mi centro de labores. Acá (en su casa) nadie quiere que haga eso y los entiendo. Aún siguen nerviosos y están agradecidos con el de arriba”, expresa.
Roger, quien se desempeña como agente de seguridad en la empresa Security 7–7, asistió como todos los días a la discoteca Tabaco Vip, ubicada en la avenida América Norte 1743, en Las Quintanas, para supervisar la seguridad del local. “Era un día más de trabajo, con la rutina nocturna de siempre. Estaba cumpliendo sin ningún problema mi labor. De repente, observo que en la entrada del local dos hombres estaban peleándose y me acerqué a separarlos”, cuenta en exclusiva para buenapepa.
“Uno de ellos, quien tenía sangre en la cabeza, se iba gritando que regresaría en busca de venganza. Como encargado de la seguridad, traté de apaciguar la situación y acompañé a dicho sujeto hasta donde había parqueado su carro. Siendo sincero, imaginé que la situación quedaba ahí, por lo que ignoré su advertencia. Además, yo no estaba involucrado en esa pelea”, agrega.
Transcurrieron las horas y continuaba vigilando el local y supervisando el desempeño de su equipo. “No había novedad hasta que de repente llegaron dos carros. Yo me encontraba en la puerta de la discoteca. Luego, lo recuerdo con claridad, sentí que algo impactó mi cuello. Consecuencia de ello, caí desvanecido”, refiere.
Según se aprecia en las cámaras de vigilancia, dos carros se estacionaron al mismo tiempo. En seguida, se bajaron dos hombres de uno de los autos. Se detuvieron y uno de ellos disparó. Roger no tuvo tiempo de reaccionar. “Al despertar sentí que mi cuerpo iba perdiendo fuerza y solo atiné a poner mis manos en el suelo para no lastimarme. Por instinto, presioné la herida y ordené que cierren las puertas para evitar el ingreso de los malhechores al local”, revela.
Los atacantes, tras cumplir su objetivo, se retiraron. Según investigaciones, el sujeto que conducía uno de los autos es el mismo que había sido herido en la discusión en la discoteca. “En mi mente trascurrieron imágenes de mis menores hijos y de mi esposa. Suplicaba a Dios por piedad. Sentía que solo un milagro podría salvarme”, comenta entre lágrimas.
De Ripley
Sus amigos, también trabajadores de Security 7–7, lo trasladaron al hospital Lazarte y, posteriormente, a la clínica Peruano Americana para su intervención quirúrgica, que inició el mismo día a las seis de la tarde. Las lágrimas y el temor de sus familiares empezaron a desaparecer cuando Roger empezaba a mostrar mejoría.
Para todos era una noticia desconcertante, pero más para los médicos. No hay teoría que explique cómo alguien con una bala arrojada en la región occipital (un centímetro debajo de la oreja) podía hablar, moverse y caminar. “Eso se trata de un milagro”, le dijo uno de los galenos a la familia Sevillano Vallejos.
Ya transcurrieron dos días, Roger está evolucionando favorablemente. Sus familiares y amigos celebran la vida. “No hay mente ni ganas para denunciar”, solo “la certeza de que Dios existe y, que muchas veces, se debe creer en lo inexplicable”, dice la esposa.
