Escribe Mariana Torres Yon
Fernando Bacilio recibe a sus invitados con una pared adornada con los pósteres de las películas en las que él ha actuado. Es un muro tecnicolor que cuenta su historia artística. Del collage, una imagen destaca sobremanera. Es el afiche del El mudo, la película que le cambió la vida.
Son las seis de la tarde en la urbanización San Nicolás, Fernando se recuesta en el sillón de su minidepartamento. Respira comodidad y tranquilidad, porque no está solo.
Su mirada se transforma cuando llega el momento de hablar sobre su mayor orgullo en la actuación El Mudo, su primer protagónico, su primero gran personaje —Constantino Zegarra—, el cual le ha permitido salir del casi anonimato teatral en Trujillo y construir una carrera nacional y fuera del país: ha ganado cinco premios internacionales por mejor actor; premios que exhibe con orgullo en su mueble.
A cada gota de alegría le acompaña otra de melancolía. El actor no evita narrar cuando se enteró de que obtuvo el papel y que el rodaje empezaba en la mañana siguiente.
Le ha permitido salir del casi anonimato teatral en Trujillo y construir una carrera nacional y fuera del país: ha ganado cinco premios internacionales por mejor actor; premios que exhibe con orgullo en su mueble.
En Lima, en el hotel las lágrimas no dejaban de salir. Un trance de angustia y soledad lo sacudía. Entonces, se miró al espejo: “Fernando, tranquilo; mañana empezamos, confía en ti”.
Ahora, en su minidepartamento cierra los ojos para recordar esa escena de la película de su vida.
Hola, soledad
Un vaso, un cubierto, una cama y un minidepartamento es el rincón —como lo describe él—, donde descansa, su refugio, pero al que evita llegar.
“Una casa es el lugar donde uno es esperado”, pintó el poeta y novelista español, Antonio Gala. Una casa es el llamado hogar o debería ser así.
Para Bacilio es un espacio necesario y, a pesar de la nostalgia que la envuelve, también, es su cable a tierra y su fuente de energía. En especial, el muro donde relucen los afiches de sus películas.
Con cada desaliento emocional recurre a mirarse en esos rostros de los cortometrajes o largometrajes que ha filmado y los fusiona con sus padres, su familia y sus hijos. Ese coctel sentimental lo llena de coraje para continuar.
“No es tan fácil vivir solo, el arte me acompaña y me ayuda a encontrarme con personas que quiero”, narra con un suspiro largo. El brillo del inicio de la conversación decae de a pocos.
Su alrededor está llenó de premios por su arte. Mientras cuenta su anhelo de seguir viajando, de persistir con sus proyectos, es inevitable no repensar en la soledad que lo agita.
Luego de un breve silencio sigue: “La continuidad en mi trabajo artístico en el cine me permite estar vivo”. Sonríe apenado. Evita el asunto y cambia de tema.
Bacilio: teatro y cine
Fernando Bacilio es un actor y profesor de teatro de la Escuela Superior de Arte Dramático de Trujillo, lugar donde estudió y dio sus primeros pasos en la actuación.
Camina relajado por los pasillos de la institución educativa, ubicada en el centro de Trujillo. El sol del mediodía incomoda al atravesar las escaleras y llegar a una aula. Los alumnos, de camino, se detienen y lo saludan con respeto.
Violines suenan de fondo. El telón musical propicio para que Fernando cuente una escena que marcó su vida: un joven director de Lima buscaba a un estudiante que interpretará a un personaje de moche. La oportunidad de saltar de las tablas al cine se había presentado.
Para un actor de teatro es distinto representar a un personaje en el cine. Las diferencias son diversas: pueden llegar a sobreactuar, exagerar sus gestos faciales, no saber controlar sus movimientos.
Su alrededor está llenó de premios por su arte. Mientras cuenta su anhelo de seguir viajando, de persistir con sus proyectos, es inevitable no repensar en la soledad que lo agita.
“Un actor que posea talento podrá interpretar tanto para cine como teatro, lo importante es entender la técnica cinematográfica y diferenciarla de la técnica teatral”, expuso el guionista, director y productor, Antonio Savinelli.
En ese entonces, Fernando no creía en las oportunidades de la audición, pues tanto esfuerzo para al final solo obtener un papel como simple secundario o un extra, lo volvió incrédulo.
Aun así, se presentó al casting. Pasaron dos semanas y consiguió el papel del príncipe chimú. Su esperado rondaba la realidad, pero se recuperaba de una operación al tobillo izquierdo y no podía tomar el trabajo.
“Sentí que había perdido una gran oportunidad”. El fastidio aún está presente en su voz a pesar de que ya ha pasado varios años; sin embargo, se ve amortiguada por una pequeña sonrisa que asoma por la comisuras de sus labios, al contar que poco después El mudo llegaría a su vida.
Esta película le abrió las puertas para interpretar otros papeles en filmes como Chicama, Entre sangre y oscuridad, Casos complejos, En medio del laberinto, Un mundo para Julius, Tiempos Futuros y La Pampa que se estrenó este 29 de junio del 2023. Luego grabó en Ecuador y A media calle en la sierra del Perú.
¿Hazte fama y échate a la cama?
Oportunidad igual a reconocimiento. Reconocimiento igual a fama. ¿Fama igual a familia? La familia es una palabra polisémica, compleja de definir. Según la Real Academia Española es un grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas.
La familia para el actor de El Mudo son sus padres, en especial su mamá, y sus cuatro hijos.
“El teatro nos unió”, expresa el hijo político de Fernando, Juan Manuel Díaz, quien se prepara para el ensayo de la obra Pasteles verdes y jugosos, cuyo director es la persona que lo crio de muy pequeño.
Juan Manuel describe a Fernando como una persona con un corazón muy humilde y que siempre se preocupa por todos sus hijos por igual.
Sentado en pleno escenario del teatro, en una silla pequeña relata la historia de Fernando como un padre político. “Mi relación con él es más de amigos y tenemos mucha más confianza que antes”.
En ese entonces, Fernando no creía en las oportunidades de la audición, pues tanto esfuerzo para al final solo obtener un papel como simple secundario o un extra, lo volvió incrédulo.
Cuando era un adolescente, Fernando se separó de su madre. Y se alejó de Manuel. Se volvieron a unir en la escuela de teatro. “Me sentí acorralado. Necesitaba ayuda, estaba por dejar mi carrera”, dijo suspirando y rascándose la nuca. Le pidió ayuda a Fernando en armar de nuevo su tesis y desde ahí empezó su lazo más fuerte.
Cada palabra de Juan resuena por el eco del teatrín de Escuela Superior de Arte Dramático de Trujillo. Cuando se le pregunta por la soledad que envuelve a su padre, evita mirar, agacha la cabeza, cierra los ojos y al abrirlos suelta una lágrima.
“Mi padre trata de ocultar que se siente solo porque no es fácil vivir en la soledad, llegas a un punto en donde te consumes”.
De inmediato da por terminada la entrevista.