En la actualidad, las series se producen en masa y muy pocas llegan a ser tan atrayentes como para consumirlas de forma adictiva.
Fallout (Lisa Joy y Jonathan Nolan, 2024) nos cuenta cómo es la vida de los sobrevivientes de una guerra nuclear y las repercusiones en los habitantes de la Tierra, doscientos años en el futuro.
Seguimos la historia de tres personajes principales.
Una chica que vive en refugios construidos para personas que buscarán repoblar el planeta; ingenua, idealista, con una fuerte moral; sale a la superficie tratando de rescatar a su padre.
Un huérfano criado bajo la influencia de una agrupación seudoreligiosa, quien ve como héroes a unos soldados con armadura robótica, educado para servir.
Y por último, un vaquero cazador de recompensas, inmortal y mutado por la radiación, quién podría conocer la verdad oculta detrás de todo.
Una chica que vive en refugios construidos para personas que buscarán repoblar el planeta; ingenua, idealista, con una fuerte moral; sale a la superficie tratando de rescatar a su padre.
Las tres historias se van desarrollando y conectando por eventos aparentemente casuales, pero llegan a encadenarse de tal forma que se necesitan para poder seguir avanzando en busca de alcanzar sus objetivos personales.
Contada así la trama no es atractiva; si embargo, si a esto le sumamos un desarrollo único del planteamiento visual —escenarios, espacios destruidos, refugios subterráneos—; los años 60/70 —un desarrollo tecnologico superior al que vivimos—; además de los secretos, juegos de poder, mutantes, experimentos y espacios perfectos que terminan siendo solo una fachada para las oscuras intenciones de poderosas organizaciones.
La serie está basada en un juego de video, que hasta hace una semana no tenía conocimiento de su existencia, pero me enganché con ella, no solo con lo que vi; sino, también, por lo que me contaban.
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La chica ingenua que descubre la maldad-bondad de la humanidad; el monje que tiene que hacer cosas perturbadoras para cumplir sus sueños y el villano desalmado que a su manera termina ayudando a las personas con una moral retorcida.
Todos estos elementos favorecen para generar una atmósfera caótica; bebe mucho de la saga de Mad Max; pero, también, de series futuristas como Viaje a las estrellas o Perdidos en el espacio.
Los bandos que se van presentando uno tras otro nos hacen dudar de quién es el malo de la historia o, por lo contrario, nos conduce hacia el verdadero y poderoso villano, quien esconde, como casi siempre, esa maldad detrás de una enorme sonrisa e ideales pacíficos.
La serie es adictiva por su trama. Al empezar y superar su primer episodio, que se presenta largo y lento en parte, nos engancha con los últimos minutos y queremos saber hasta dónde puede llegar el desarrollo de la historia, llevándonos a ver capítulo tras capítulos.
El nivel de violencia, los elementos futuristas, la trama de enredos políticos-comerciales, el juego con la doble moral, sociedades idealizadas o deformadas hacen de esta primera temporada un buen inicio de un producto para Prime Video, que, manejado de la forma adecuada, puede convertirse en un excelente contenido de ciencia ficción.
Solo queda esperar que no equivoquen el camino y sigan construyendo-presentándonos ese futuro distópico, atrayente y perturbador.