En la esquina de Independencia y Junín, dos tranquilos jirones de la ciudad de Trujillo, el tráfico no canta, pero quienes sí lo hacen son los poetas. En un recital inédito, seis vates, entre jóvenes y veteranos, suben por primera vez al balcón del renombrado Museo del Juguete para declamar su poesía. En esta edición se presentan: Carlos Tataje, Joe Guzmán, Diandra García, Carolina Salazar, David Novoa y Jesús Pinedo, todos representantes del colectivo “De Lejos Parecen Moscas”, el cual, luego de tres recitales en donde fusionó la poética con el arte performático, la música y la expresión teatral, se yergue como un claro referente cultural de la región.
En un primer momento, los balcones fueron un espacio privilegiado en la arquitectura colonial. Cuando las paredes eran tan altas que se mantenían indiferentes en su templanza; cuando las amplias habitaciones no ofrecían más que una solitaria respuesta, el balcón se volvió un lugar de encuentro. Encuentro entre el citadino y la calle que se deja observar sin ningún atisbo de timidez, o entre el romántico y la fuente de su amor, quien se prepara para recitar versos de su creación. Claramente un recinto de poesía. Hoy, la tradición ha venido a menos, pero son los poetas quienes retornan a sus orígenes y claman con soltura que han vuelto.
Altura estética
Desde un balcón la calle se siente viva. Alrededor, se perciben los sonidos del movimiento, el viento fresco, la noche y sus particulares luces. Puede considerarse como el lugar predilecto para observar dos realidades que, vistas desde sus extremos, parecen contrarias: la tierra y el cielo. Desde una característica horizontalidad que ofrecen los balcones, la cabeza es capaz de moverse en sentido perpendicular y contempla ambos espacios y el observador se siente en equilibrio, tranquilo; el momento es uno de los más cercanos a la ensimismada felicidad. Poesía pura del lugar, con rejas de metal o barandas de aluminio, de suelo de cerámica y pequeñas luces empotradas, que ha visto, a lo largo del tiempo, el origen de muchos versos sueltos y cantos a la mirada más exhaustiva del mundo.
El Museo del Juguete es el recinto perfecto para recordar que la poesía es quizás el juego más recurrente de los adultos.
No existe nada casual en la selección de la fecha y el lugar del recital. En San Valentín, el lenguaje poético es fiel compañero de los mensajes de amor que se conversa entre apasionados; son las rimas las que finalizan las canciones que se dedican las parejas. Asimismo, me atrevo a decir que el lugar es una opción igual de pertinente, el Museo del Juguete es el recinto perfecto para recordar que la poesía es quizás el juego más recurrente de los adultos melancólicos, quienes deciden volcarse en sus laberintos con la sonrisa del que, de antemano, no pretende buscar la salida, sino encontrarse entre los pasajes perennes del tiempo.
Desde este espacio, hacemos extensiva la invitación al llamado Balconazo, este 14 de febrero a las siete de la noche que da muestras de ser un evento memorable en la trayectoria de los recitales poéticos de la ciudad y, también, una cita más que ideal para todos aquellos enamorados del romance y de la cultura. Imperdible.
El poeta y narrador Jesús Pinedo ha colaborado con este texto.