Escribe Johan Fiestas Chunga
“Yo no soy un indio aculturado; yo soy un peruano que orgullosamente, como un demonio feliz habla en cristiano y en indio, en español y en quechua”, pronunció el tayta José María Arguedas, en la entrega del premio Inca Garcilaso de la Vega, 1968.
Los términos indígena, indígena americano o amerindio se acuñaron cuando, en el siglo XX, no se aceptaba más el vocablo ‘indio’. En Latinoamérica, aún existen poblaciones indígenas. En Guatemala y Bolivia están la mayoría. También, Perú, pero no a tal escala, debido al profundo mestizaje.
Según el canal científico Antropología Biológica, los amerindios son comunidades indígenas que se establecieron en el continente americano. La formación y expansión cultural se debió a la participación de tres genéticas: los arménidos, mongoloides y australoides.
Uno de los primeros grupos que llegó, cruzando el estrecho de Bering, a Norteamérica fue un conjunto de arménidos con una gran participación de mongoloides. Mientras, los australoides mestizados con los mongoloides, se trasladaron desde el sureste asiático hasta las islas del pacífico. Después, arribaron a países como México y Perú.
A partir del camino sureño de Mesoamérica, podemos observar amerindios con notable influencia de australoides y mongoloides en su aspecto físico, tal es el caso de México que guarda similitud con países del sur de Asia. Por otra parte, en Perú y Bolivia, los indígenas conservan rasgos arménidos en su cara alargada y nariz espaciosa.
El misterio de la pluma
Según Gisela Jörger Weirauch, doctora en Literatura Peruana y Latinoamérica, investigadores como Steinen, Métraux, Selladen y Zerries han logrado descifrar las narrativas creadas por los amerindios.
Las historias indígenas se transmitieron a través de los siguientes subgéneros: leyendas, mitos, fábulas y cuentos. Los principales acontecimientos que se narraban eran la creación del cosmos, la aparición de ciertos seres mágicos y las transformaciones en animales como significado de poder.
La principal característica que se puede observar en esta literatura es la vinculación absoluta de la naturaleza con el misticismo, asociado al honor de sus dioses.
Las historias indígenas se transmitieron a través de los siguientes subgéneros: leyendas, mitos, fábulas y cuentos. Los principales acontecimientos que se narraban eran la creación del cosmos, la aparición de ciertos seres mágicos y las transformaciones en animales como significado de poder.
Además, el imperio de los incas tuvo producción en el género de la poesía. Los primeros grupos de poetas se llamaban arawikus y tenían como lengua el quechua.
Entre los subgéneros está el aranway, como fábula musical, y el wanka, como composición basada en los sentimientos y el dolor. Los principales referentes son: el poeta cusqueño Andrés Alencastre (1909-1984) y el lexicógrafo ayacuchano César Guardia (1906-1983).
Entre las primeras obras incaicas, prevalece el relato Ollantay, drama que narra el amorío prohibido entre Ollantay, guerrero de Wiracocha, con la hija de la gobernante llamada Cusi Coyllur. También, resalta la historia llamada Usca Paucar, la cual cuenta el enamoramiento de dos hermanos por la misma mujer.
Respecto a la autoría de aquellas obras, todavía hay cuestionamientos sobre las investigaciones. Raúl Porras Barrenechea, célebre historiador peruano, indica que el autor fidedigno de Ollantay fue el cura Antonio Valdez, el cual residió en Cusco en la época colonial.
Según él, se comprueba la autoría por el hallazgo de un manuscrito en Lares (Cusco) y el testimonio de varios exploradores e historiadores interesados en estudiar las manifestaciones culturales del Perú.
«La prueba concluyente si no lo fueran ya las declaraciones de Palacios y Valdez, de Cuentas y de Justiniani, de Marcoy y el del propio Markham en su primera versión, es la del cura Justo Sahuaraura, probablemente discípulo de Valdez, quien en el manuscrito que conserva el padre Víctor Barriga en Arequipa, declara textualmente, refiriéndose a Valdez: “Este celoso y virtuoso Párroco fue muy amante de su patria, amaba con ternura a la desgraciada descendencia de la sangre real a quienes él conoció y fue amigo íntimo del que escribe”, explica para una entrevista del diario El Comercio.
Alientos
En la música, lo que más se percibió eran las percusiones y sonidos hechos con la boca o, llamados también “alientos”. Transmitían a las posteriores generaciones su cultura en forma de canto complementándose con la música y utilizando instrumentos como: timbales, tambores, quenas, trompetas, etc.
Las composiciones musicales de los aimaras es una reunión de competencias, donde se disputa la victoria de los selectos cantantes con mejor registro para liderar las consecuentes danzas.
La mayoría invoca a los dioses naturalistas a fin de que dispongan de una lluvia próspera. Entre los cantos seleccionados está la canción de los sapos con la función de tener una tierra fructífera.
Mientras, los amahuacas tienen una predisposición más rústica con respecto al material de los instrumentos utilizados en sus celebraciones. Para estimular su espíritu guerrero, tocan los tambores hechos de madera de eucalipto y que luego, algunos son usados para funciones medicinales. También está la quena compuesta por caña brava y resistente a las prolongadas horas danzantes.
La musicalidad de los pueblos originarios sigue un cierto orden tradicional. Se comienza con rituales donde se invocan a los dioses para asegurar la fertilidad terrenal y la supervivencia de sus habitantes amerindios.
Luego, se da paso a las danzas que son una representación coreográfica de los ataques típicos de una cacería organizada. Para culminar, celebran, con júbilo, el logro de cazar a la presa seleccionada con tonos de aliento.
Se puede percibir una evidente influencia de los sonidos de la fauna típica de cada región. Además, de simular, con sonidos bucales, las eufonías de la naturaleza, como manantiales, lluvias, viento, etc.
El arte en nuestras narices
A lo largo de la historia de nuestra civilización, se reconocen distintas culturas con diferentes formas y técnicas de artes plásticas.
Entre las principales expresiones, está la cultura Chavín. Caracterizada por el arte lítico de monolitos y figuras enormes, inspiradas en los diferentes dioses mitológicos con aspectos zoomorfos de jaguares, cóndores y serpientes.
Se trataba de manos expertas en el manejo de superficies planas para grabar imágenes relacionadas con el culto y asociadas con la arquitectura.
Se puede percibir una evidente influencia de los sonidos de la fauna típica de cada región. Además, de simular, con sonidos bucales, las eufonías de la naturaleza, como manantiales, lluvias, viento, etc.
Es relevante el rol que cumple la cultura Paracas en este aspecto. La escultura de los paracas era única dado que tenía una técnica decorativa muy elaborada, destacó en la producción de cerámicas, ellos hicieron ollas, tazas, platos, vasijas y entre otras cosas más. A su vez, se plasmaban los animales, las personas y los frutos.
Así mismo, los mochicas fueron magníficos ceramistas, dejando testimonio en su cerámica de escenas cotidianas, costumbres, enfermedades, religión, vida sexual, etc. Constituyendo una valiosa documentación del pasado prehispánico.
Pachakuti y los incas
La arquitectura incaica es una de las más importantes y estudiadas por los profesionales de las estructuras y los espacios. Entre sus prioridades, antes de empezar una obra, estaba la protección de las áreas verdes.
Además, no incluían decoraciones artísticas en sus edificaciones. Luego, el tallado se realizaba con una impresionante exactitud. Por esta cualidad es que muchas de las construcciones se han conservado en su forma original.
Algunas demostraciones arquitectónicas son las siguientes: Sacsayhuamán, Coricancha y Choquequirao. Los lugares donde se situaban las mujeres que realizaban los servicios de producción y religiosidad se llaman los Acllahuasi.
La arquitectura militar tenía como función proteger y contraatacar a los invasores que intentaran poner en peligro el imperio. Un ejemplo notable es la fortaleza de Ollantaytambo.
Los incas construyeron numerosos monumentos y recintos en función a la protección de las comunidades ante eventos naturales y súbitos. Este peligro consciente era denominado como “Pachakuti cósmico” o catástrofe natural.
La finalidad era salvaguardar las vidas y las riquezas que habían consolidado a causa de un trabajo estratégico.
La decisión significó una conciencia humanista y, sobre todo, una conservación del medio ambiente como centro de producción. Por este motivo defensor, la mayoría de sus estructuras están consolidadas en la altura de grandes montañas, debido a que querían evitar las consecuencias destructoras de inundaciones o movimientos sísmicos.
Sin embargo, testimonios cronistas indican que para la religión católica esta arquitectura fue solo una representación de una idolatría execrable para el mundo.
La arquitectura incaica es una de las más importantes y estudiadas por los profesionales de las estructuras y los espacios. Entre sus prioridades, antes de empezar una obra, estaba la protección de las áreas verdes.
Otra prevaleciente cultura que impuso un estilo único, en su tradición de conservar su espacio geográfico como símbolo de riqueza, fue Chavín de Huántar, ubicada en el departamento de Áncash. El material mayoritario para sus anchas estructuras fue la piedra, decoradas con las conocidas cabezas clavas. Como ejemplo de su amplia técnica, tenemos el templo monumental Chavín de Huántar.
En la danza, tu sentir
Las distintas danzas de los pueblos originarios reflejan un simbolismo nostálgico y guerrero que son causa de sus relatos históricos sobre sucesos bélicos y festivos.
Los aimaras (Lago Titicaca) organizan sus danzas para representar sus capacidades en cuanto a la protección de sus actividades. Los hombres dedicados a la fuerza física empiezan a realizar sonidos musicales y también bailan.
Mientras las mujeres se mueven en grupo, resalta su sombrero de hongo. Estas danzas son dedicadas a los dioses naturalistas y se llevan a cabo, mayormente, en Pascua y Navidad.
En la selva de Junín se encuentran los pueblos asháninka. Ellos tienen una forma jocosa de celebrar sus vivencias y logros culturales. Los varones empiezan a tocar con un ímpetu los prodigiosos tambores. En su vestimenta se puede apreciar un plumaje tropical y pieles de felinos. Las féminas cantan acompañadas de niños, dando enérgicos saltos.
Los cazadores de las tribus amahuacas, ubicados entre Madre de Dios y Ucayali, se reúnen en grupos para ejecutar pasos que se asemejan a los ataques contra animales. Su cuerpo es pintado de color negro, visten con pieles de fieras y tienen una serie de amuletos como collares, hechos de partes óseas de sus antiguas presas.
Los chamanes o sabios espirituales lideraban los ritos y ayunos para distintos objetivos: preparación previa a una cacería o guerra, petición a los dioses para una tierra fértil y también unían en matrimonio, luego de la anuencia que recibían por parte de los padres de la novia.
Fusión indigenas
Según Esteban Mira Caballos, doctor en Historia de América, cuando los españoles desembarcaron en América en el siglo XV y comenzaron a asentarse y colonizar durante los siglos siguientes, no solo conocieron gente nueva -que vestían de manera diferente, olían de manera diferente y tenían un color de piel diferente-, sino también nuevas flores, animales, dialectos y un hecho que muchos pasan por alto: nuevos alimentos.
La dieta mediterránea, a base de aceitunas, queso, carne, leche y vino, en nuestro continente era imposible, porque aquí había una flora y fauna disímil.
Los pueblos indígenas habían creado una gastronomía distina que se fue mezclando con los productos europeos. En cambio, la variedad de alimentos que América ofrecía era tal que se estima que constituían el 17 % de toda producción agrícola del mundo.
Se calcula que más de la mitad de cultivos de la Tierra proceden de plantas inicialmente desarrolladas por los indígenas de América.
En muchos casos, la gente aborigen forjó especies totalmente nuevas de algunas salvajes que ya existían, como es el caso del maíz implantado del teosinte silvestre de los valles del norte de Guatemala.
Un gran número de estos productos agrícolas aún mantienen sus nombres adaptados de la palabra en náhuatl o en quechua.
Antes de la invasión española, la gastronomía indígena en el Perú estaba basada en nutritivos tubérculos, vegetales y carnes. Se alimentaban de tomates, yucas, papas, maíz, etc. Además, resaltaba en los amerindios, la bebida llamada chicha. Para su preparación, se extraía el zumo de la trituración del maíz.
Los pueblos indígenas habían creado una gastronomía distina que se fue mezclando con los productos europeos. En cambio, la variedad de alimentos que América ofrecía era tal que se estima que constituían el 17 % de toda producción agrícola del mundo
La chicha era elemental en las ceremonias, en la que se les rendía culto a los dioses.
Algunos cronistas cuentan que esta bebida fue rechazada por los españoles, porque fijaron que esa bedida era solo para los sometidos, mientras el vino era exclusivo para los dominantes victoriosos.
El camino del indígena es un camino de sangre. De sangres. Nuestra nación fue forjada mediante su trabajo respetuoso con la naturaleza. Por ello, debemos comprometernos a defenderlos contra la discriminación, la pérdida de sus derechos y la ceguera política.
Fuentes
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