Luego de un baile que lo dejó con la cara encharcada de sudor, el chileno-argentino Cristian Alarcón empezó a hablar de Trujillo, esa ciudad del norte del Perú que es violenta para propios y extraños.
Era junio del 2011. Era domingo. Era de noche. Era un boliche. Era en Buenos Aires, la ciudad más europeizada de Sudamérica. El escritor celebraba el cierre de un taller que Anfibia, el medio de comunicación que formó, organizó con la Fundación Gabriel García Márquez Para el Nuevo Periodismo —hoy Fundación Gabo—.
“Yo me conozco todas esas huacas de Trujillo. Me las he recorrido todas”, se jactó para que se inflame el orgullo de quien, en ese momento, lo escuchaba —un vecino de Trujillo—, quien esa noche, primero, lo contempló bailar con destreza un ritmo tradicional de la zona rural de la Argentina y ahora lo aguza, casi boquiabierto. “Ah, conozco El Porvenir”, dijo como una hazaña.
Cristian Alarcón había recorrido Trujillo y otras ciudades del Perú para contar el mundo del narcotráfico de Buenos Aires, el cual se configuraba en el conflicto entre bandas, la mayoría integrada por peruanos, para tener la hegemonía en la venta de droga. Su investigación empezó para Página12, el emblemático periódico argentino, y luego de seis años, en el 2010, terminó en el libro Si me querés, quereme transa
Algunos de esos peruanos que llegaron a Buenos Aires con sus ambiciones, violencia, religión, comida y otros deseos eran de los distritos periféricos de Trujillo o descendientes de esos lugares. Alarcón llegó a Perú en busca de los saberes para entender social y culturalmente a estas personas y, en especial, para ganarse su confianza a fin de que le cuentes su vida o su infierno.
Es un libro inusual, asombroso y perturbador, toda una experiencia de vida, dice Jorge Fernández Díaz, del diario La Nación. “Creí que estaba haciendo un nuevo libro sobre violencia urbana, pero cuando empecé con las entrevistas me di cuenta de que en realidad trata sobre cómo lo rural y sus lógicas de violencias permean, a partir de la migración, en la ciudad”, explica Alarcón para Página 12. El periodista Ángel Berlanga dice que Si me querés, quereme transa es una investigación sobre el mundo de los narcotraficantes peruanos: distante de la denuncia, Alarcón tejió un relato atrapante que permite asomarse a los vínculos, los modos de vida, las formas de morir y matar, los sentimientos, las venganzas y un nuevo escenario que vive y muere debajo de la realidad.
Reconciliación
Han pasado más de 13 años desde aquella evocación de Trujillo en el boliche argentino y, Alarcón ha regresado al Perú a presentar su novela El tercer paraíso, premio Alfaguara 2022 y “a internar reconciliarme” porque Si me querés, quereme transa “paradójicamente jamás lo pude presentar acá”.
Luego cuenta que esa paz con el Perú se fraguará por completo en los próximos meses, porque su obra sobre los peruanos narcotraficantes en Buenos Aires llegará a los anaqueles nacionales, gracias al impulso que ha recibido su obra por el premio que recibió a inicios de año.
El viernes 4 por la noche en la Feria Internacional del Libro de Lima, Alarcón presentó El tercer paraíso. Lo acompañó en la cita el escritor peruano Jeremías Gamboa.
“Yo escribí libros sobre Perú, en mi segundo libro, que se llama Si me querés, quereme transa, que paradójicamente jamás lo pude presentar acá. Resulta que vengo con El tercer paraíso y a mis narcos peruanos en Buenos Aires que se pelean por el control de la distribución de cocaína, los dejaron por ahí medio arrumados. El premio Alfaguara tiene muchas consecuencias. Además del permanente cansancio que suscitan los 22 vuelos que tomé en los últimos cuatro meses y las 22 maletas que tuve que hacer, por lo menos cuando me iba de los hoteles porque en mi casa me ayudan a hacerla, está, también, la posibilidad de que esos libros vuelvan a estar en las bateas de las librerías y tengo la emoción de saber que van a llegar a Perú dentro de un par de meses porque salen ahora en Buenos Aires”.
Vínculos
“Si me querés, quereme transa es un texto en la que yo juego los extremos de la no ficción, con el uso de un lenguaje que lo acerco tanto a la literatura, sin dejar de respetar la realidad, en la que estuve durante seis años, creando voces, y honrando no al periodismo anglosajón, norteamericano, al nuevo periodismo de los años 60; sino a los cronistas modernistas del siglo 19 representados por Rubén Darío, que, desde sus creaciones, le dieron contorno a nuestras naciones, contando las grandes historias en los grandes diarios de América Latina, que fundaron nuestras identidades. Pues ahí es donde yo me encuentro más cómodo y es una escritura que le falta el respeto a la realidad. No en el sentido de negarla, ni en el sentido de inventarla; pero sí en el sentido de saber que siempre un relato es una interpretación y que es arbitraria”.
Luego del encuentro con sus lectores en Lima, el chileno-argentino habló con Buenapepa sobre sus intereses en Trujillo y su conocimiento de la cultura Mochica.
Novela premiada
El tercer paraíso, dice la reseña oficial, es un “relato luminoso sobre la vida cotidiana de un individuo pero también sobre las tragedias colectivas que nos acechan. Lo pequeño, lo sencillo, ese paraíso personal que construimos como refugio es también, en última instancia, lo que siempre nos salva”.
En la presentación, Jeremías Gamboa cita un pasaje de la novela en la que se relata el autogol que comete un niño. Alarcón continúa:
“Ese niño que patea un gol en contra entiende que uno se inventa películas para sobrevivir y a veces inventamos las películas equivocadas. A veces estamos convencidos en acciones, que vamos a coronar y que vamos a ganar, que vamos a hacer campeones, porque además que somos muy pequeños y pequeñas nos obligan a ser campeones, a no perder, a ganar siempre. Nuestra masculinidad está construida en base a mostrar fuerza, fortaleza, de ser el más poderoso y el más chingón de la cuadra, y jugar al fútbol es una de las habilidades que más premian esa masculinidad, con lo cual, yo no sé si me volví marica porque jugaba mal al fútbol o porque encontré en la diferencia, digamos, un modo de estar en el mundo que sigo eligiendo y es el deseo que me habita”.
Yo escribí libros sobre Perú, en mi segundo libro, que se llama Si me querés, quereme transa, que paradójicamente jamás lo pude presentar acá. Resulta que vengo con El tercer paraíso y a mis narcos peruanos en Buenos Aires que se pelean por el control de la distribución de cocaína, los dejaron por ahí medio arrumados.
Real y lo imaginario
“La relación entre lo que hice hasta que escribí esta novela, siempre fue periodismo y fueron novelas de no ficción. Se me pregunta mucho, ¿cómo hice ese cambio? Cuando comunicaron el premio Alfaguara, el diario El País de España fue el primero en entrevistarme y tituló: ‘Cristian Alarcón dio el salto a la ficción’. Y no se sabe si es un salto al abismo o un salto al barranco o un salto al charco; pero parecía ser que indica que uno salta de un terreno pedregoso a una altura, como si la no ficción o la crónica latinoamericana no fueran exactamente literatura. Yo vengo delimitando un periodismo que si no es literatura está condenado a desaparecer, a morir en el fragor de la era digital y en un punto en el que, probablemente, los textos que leamos en los diarios dentro de algunos años serán escritos por robots y no por periodistas.
Esa guerras, esos duelos
“La batalla más importante que damos —además de las que libramos en las calles por las luchas de toda América Latina—, está en el territorio del lenguaje”. Esta novela —El tercer paraíso— es un modo de darlo, pero ya ahora desembarazado de eso que cultivé durante tantos años que es la acumulación de información, la primicia, el testimonio que nunca nadie consiguió, la voz que nunca nadie logró escuchar, las tramas ocultas. Escribir El tercer paraíso entonces fue, de algún, modo un duelo. El duelo de dejar el método con el que sentía tan cómodo, que surgía de investigar, investigar, investigar. Una la bola de nieve, le dicen los antropólogos. Una bola pequeñita que va creciendo, creciendo. Entonces cuando ya está tan inmensa, uno tiene que escribir. En El tercer paraíso me encuentro con mi propio personaje”.
noche limeña. Aquí con Astrid Gutsche, esposa de célebre cocinero Gastón Acurio.