Muchos padres de familia han adoptado la práctica de permitir que sus hijos pequeños usen celulares como una forma de calmar su inquietud, combatir el aburrimiento o evitar interrupciones en las labores de los adultos. Esa conducta está creando ciberadictos.
Ellos creen que al hacerlo, logran controlar a sus hijos. Sin embargo, lo que no conciben es que esta práctica puede iniciar un grave problema de salud mental en la adolescencia que puede resultar difícil de controlar.
El doctor Alfredo Saavedra Castillo, psiquiatra y director ejecutivo de Investigación, Docencia y Atención Especializada de Adicciones (Deidae) del INSM considera que los padres de familia nunca deben darles a sus hijos menores de tres años un celular con acceso a Internet. Según él, esto representa un riesgo, ya que durante esta etapa de la vida el cerebro está en pleno desarrollo y este proceso continúa hasta los 18 años.
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Durante ese tiempo, el cerebro de los niños y adolescentes está inmaduro y carecen de un control natural sobre sus emociones. Además, su capacidad de razonamiento aún se encuentra en desarrollo. Ante esta situación, es fundamental que los padres o cuidadores supervisen a los niños y adolescentes.
Ciberadicto: caso de la vida real
José Antonio, un joven de 16 años, fue internado en el Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado- Hideyo Noguchi, después de tener un episodio violento que puso en peligro la vida de su padre. La causa de este suceso fue la prohibición de usar Internet en su casa.
Existían señales de que algo no iba bien con José Antonio. Él solía desayunar, almorzar y cenar en su habitación para estar cerca de su computadora y así poder continuar jugando en línea con sus amigos.
Esta actividad no podía detenerse hasta que hubiera un ganador. Además, comía poco y era distante con sus padres, quienes pensaban que este comportamiento pasaría con el tiempo.
Los juegos empezaron a durar más tiempo, de una hora pasaron a durar hasta siete horas. José Antonio soñaba con ellos. Comenzó a alejarse de su familia, a tener problemas de sueño, malas calificaciones y a expresar irritabilidad con frecuencia.
“Hasta que un día su padre le puso límites y José Antonio no lo aceptó. Sus episodios de ira aumentaron, llegando al punto de atacar violentamente a su padre en varias ocasiones”, comentó el doctor Saavedra.
Esta actividad no podía detenerse hasta que hubiera un ganador. Además, comía poco y era distante con sus padres, quienes pensaban que este comportamiento pasaría con el tiempo.
El especialista explicó, en una publicación de la agencia Andina, que el problema de José Antonio se desarrolló desde temprana edad, cuando sus padres, creyendo que estaban haciendo lo correcto, le permitieron usar sus celulares para jugar y luego, cuando fue mayor, le permitieron usar internet fuera de las horas de clase.
Cuando José Antonio llegó a la sala de emergencias psiquiátricas del INSM, ya sufría de ciberadicción debido a su uso excesivo de juegos en línea.
Él formaba parte de un equipo integrado por otros jóvenes de diferentes países y las competencias solo terminaban cuando había un ganador, lo que ocasionaba que duraran varias horas.
El doctor Saavedra también mencionó que otros adolescentes son adictos a TikTok, a páginas de contenido sexual o a sitios de apuestas.
“José Antonio se fue involucrando gradualmente en los juegos en línea, hasta que se volvió compulsivo. Dejó de lado sus responsabilidades y sus estudios porque perdió el control. Y como ocurre con cualquier adicción, cuando les quitan su ‘objeto preciado’, experimentan síntomas de abstinencia y su comportamiento cambia de irritabilidad a agresividad y luego a violencia”, explicó.
Ciberadicción sin frenos
El caso de José Antonio lo viven miles de jóvenes. Sin embargo, existe un obstáculo: la ciberadicción aún no se percibe como un problema de salud mental.
Los padres de familia toleran durante años los comportamientos problemáticos y solo buscan ayuda en las salas de emergencias cuando ya no pueden controlar la situación.
Aunque no se proporcionaron estadísticas específicas, el doctor Saavedra mencionó un estudio realizado por Devida y OPS en 2012 para evaluar la adicción a Internet en estudiantes de secundaria a nivel nacional.
El caso de José Antonio lo viven miles de jóvenes. Sin embargo, existe un obstáculo: la ciberadicción aún no se percibe como un problema de salud mental.
La investigación reveló que el riesgo de adicción era del 23.6%, según la Escala de Adicción a Internet de Lima (EAI) muchos casos, los padres permiten que sus hijos pequeños usen celulares como una forma de calmar su inquietud, combatir el aburrimiento o evitar interrupciones en las labores de los adultos.
Sin embargo, esta práctica puede tener consecuencias negativas para la salud mental de los adolescentes.
Uso de celulares y reflexión
El caso de José Antonio ilustra cómo el uso excesivo de dispositivos electrónicos, especialmente para actividades como los juegos en línea, puede llevar a la ciberadicción.
Los adolescentes pueden volverse cada vez más dependientes de estas actividades, descuidando otras responsabilidades y relaciones en sus vidas. Cuando se les quita el acceso a estas actividades, pueden experimentar síntomas de abstinencia y mostrar comportamientos agresivos o violentos.
Es importante que los padres estén atentos a los signos de adicción a la tecnología en sus hijos y establezcan límites saludables en cuanto al uso de dispositivos electrónicos. Esto implica supervisar y controlar el tiempo que pasan frente a las pantallas, fomentar actividades fuera de la tecnología y promover un equilibrio saludable entre el tiempo en línea y el tiempo en el mundo real.
Además, se necesita una mayor conciencia pública sobre los riesgos de la ciberadicción y la importancia de abordarla como un problema de salud mental.
Los padres deben educarse sobre los efectos negativos del uso excesivo de dispositivos electrónicos y buscar ayuda profesional si sospechan que sus hijos están luchando con una adicción.