Vieron un campo abierto. Lo vieron libre, sin protección. Vieron murallas. Tal vez, no entendieron su relevancia. Entonces, ingresaron y marcaron el terreno con yeso. Como la necesidad es la madre de todos los inventos, convirtieron a Chan Chan, un Patrimonio de la Humanidad, en una cancha de béisbol.
Improvisaron bancas, improvisaron toldos, improvisaros tribunas y revelaron que lo que menos se cuida en el Perú es lo importante. Usaron piedras y otros artefactos para jugar como niños. “El juego es el trabajo de la infancia”, apuntaló el educador Jean Piaget.
Así, un grupo de extranjeros invadieron la zona intangible del monumento de barro más grande de América, que hoy cumple un año más de su elevación a Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Entonces, además de los secuestros, la basura acumulada en la calles, Trujillo fue noticia nacional e internacional porque un prominente sitio histórico, cultural y turístico, admirado por el mundo, se transformó en una canchita de barrio.
Además, de los constantes ataques de invasores y de imprudentes que vacían basura y desmonte en su interior, el principal complejo arqueológico de La Libertad padeció de una ofensa festiva y sin precedentes.
El video en el que se observa a los extranjeros profanando el sitio arqueológico construido por los chimús en el año 850, fue difundido la semana pasada. De inmediato, la Dirección Desconcentrada de Cultura de La Libertad emitió un comunicado.
“Debemos aclarar que no se ha producido alguna afectación directa a las estructuras arqueológicas del lugar. Sin embargo, se ha podido verificar que se venía realizado la práctica no autorizada de deporte al interior de un sector de la zona arqueológica de Chan Chan, en un canchón cercado por muros perimétricos, que corresponde al anexo norte de Gran Chimú”, dice el documento.
Gracias a Dios o a Kon —deidad chimú— no se cometió un daño físico contundente contra el complejo; pero sí se ha afectado la solemnidad de un lugar intangible y, en especial, se les ha enrostrado a las autoridades encargadas de velar por su cuidado que algo mal —o remal— están haciendo o dejando de hacer.
Chan Chan patrimonio de la humanidad
Debido a que representa un logro artístico singular, una obra maestra del genio creador humano y aporta un testimonio sin precedentes y excepcional sobre una civilización desaparecida, la Unesco incluyó a Chan Chan en la Lista de Patrimonio Mundial el 28 de noviembre de 1986. Esta categoría eleva su importancia y exige a autoridades y personas la necesidad de que se preserve para las futuras generaciones. Ayer se cumplieron 36 años de la elevación y no se desarrolló ningún acto para recordarlo.
Cuando llegó la noticia de la Unesco todo fue celebración, pero el amor dura tan poco. Este mismo año fue registrada en Lista del Patrimonio Mundial en Peligro debido a su vulnerabilidad, estado de conservación y amenaza de invasores. Desde entonces, no ha podido salir de esa nómina.
No hay canchas para tanta gente
La falta de espacios públicos y de escenarios para la práctica del deporte es un grave problema en la ciudad. Las autoridades, tan chatas de visión, no se han preocupado en ofrecer a los ciudadanos lugares para la práctica de actividades saludables y de sano esparcimiento, como lo es el deporte. La oleada de migrantes extranjeros agigantó este problema, debido a que sus necesidades son, en algunos aspectos, distintas a la de los peruanos.
La Organización Mundial de la Salud recomienda entre 10 y 15 metros cuadrados de espacio verde por habitante. En La Libertad, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática, apenas se ofrece 1.5 metros por personas. Entonces, al no contar con espacios se cometen barbaridades como afectar uno de los atractivos turísticos más importantes del país.
En su comunicado, la Dirección Desconcentrada de Cultura (DDC) La Libertad, cuenta que se ha coordinado con la Policía de Turismo para que brinde el apoyo en el patrullaje del Chan Chan para evitar que ciudadanos extranjeros o nacionales, usen sin autorización los espacios no habilitados para el ingreso de visitantes a las áreas intangibles.
Días después se observó a agentes en el complejo arqueológico. Como ordena la tradición estarán un par de días más, luego todo volverá a la normalidad, es decir, la zona estará desprotegida a merced de ser convertida en cualquier cosa, menos en un Patrimonio de la Humanidad.