Ver a la muñeca más reconocida del mundo en su versión real es o fue el sueño esperado de muchos fans y no fans, aunque la muñeca en cuestión puede llegar a contar con muchos retractores.
Barbie (Greta Gerwig, 2023) cuenta la historia de cómo la susodicha muñeca despierta en su mundo perfecto y se siente incompleta. Con aquella sensación extraña parte al mundo real en busca de respuestas. En su trayecto es acompañada por su novio de toda la vida, Ken.
El caos se genera al regresar a su mundo ideal donde Ken quiere cambiar las cosas y Barbie tiene que luchar por recuperar su estatus quo, ¿o no?
La historia es interesante, burlona, desde el punto de vista de la muñeca y ese disque mundo perfecto donde viven con la fantasía de ayudar al mundo real, luchan por crear un mejor lugar para las mujeres, donde sean respetadas e idealizadas por toda la población.
El caos se genera al regresar a su mundo ideal donde Ken quiere cambiar las cosas y Barbie tiene que luchar por recuperar su estatus quo, ¿o no?
Claro, que todo se siente falso, aunque tenga mucho que ver con la versión que nos vende de las muñecas de Matel.
Hasta este punto genial, el choque cultural entre los protagonistas y la realidad es cruel y directo; creíble. Para luego convertirse en su propia parodia porque los personajes no tienen sentido en ninguno de los dos mundos.
Barbie, oportunidad desperdiciada
Se desaprovecha a los personajes secundarios. La adolescente malhumorada se transforma, por arte de magia, en una aliada; la madre con un discurso casi cursi, pero funcional para la trama, se convierte, a duras penas, en una ayudante de quien debería ser la heroína.
Nuevamente, esta película es una sátira a la realidad, donde los hombres dominan, casi en todos los aspectos. Las mujeres, sin embargo, solo a través de un discurso algo torpe y muy sentimental, tratan de retomar el lugar que ocuparon en la antigüedad.
Aunque suene a contradicción, esta parodia de la realidad no se toma en serio su mensaje final, no profundiza en la verdadera solución y continua con esa burla que llega a cansar. Funciona en la primera mitad de la cinta; pero luego pasa a convertirse en repetitivo, carente de fondo.
Lo que se rescata es el mundo de Barbie, todo acartonado, lleno de plástico y sentido propio, en el cual las muñecas y muñecos viven, de la manera más sencilla posible, el sueño de toda niña —tener una casa de muñecas a tamaño real— Y donde las mujeres están en el poder. Nuevamente, la sátira pues en ese mundo los hombres son los minimizados y casi accesorios de estas mujeres empoderadas.
La belleza de las Barbies, el mundo de fantasía, el choque con la realidad, el sarcasmo continua a nuestra realidad que es en exceso feroz con la mujer y el discurso, el cual ella es la única que deben tener el poder, funciona; pero al no saberse manejar tiende a ser vacío.
Se pudo aprovechar mucho mejor el contexto de la película para conseguir el cambio o el inicio de este; pero solo se transforma en un producto que vende y exhibe de forma muy superficial un problema enraizado en nuestra sociedad.
A mi parecer, Barbie queda debiendo y mucho a todas esas mujeres —chicas y grandes— que la ven con un real símbolo de parte de su femineidad. Esperemos que en algún momento alguien valiente y talentoso realmente se compre el pleito y se atreva a romper ese status quo que no debería ser tal. Solo nos queda esperar… sentados.