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Ary Malaver: hay vacíos llenos de historias

El autor trujillano, doctor en literatura y radicado en Estados Unidos, presentó "Espejos", un libro que engrandece la microficción.

Hay presentaciones de libros frías, otras apáticas, otras muy formales, otras indiferentes; pero hay presentaciones cómplices y de intercambio intenso, como la que protagonizó el escritor trujillano, radicado en Estados Unidos, Ary Malaver en El Cultural para compartir con el público liberteño su más reciente obra, Espejos.

“Fue un presentación magnífica. Yo siempre mido el éxito de las presentaciones en función al diálogo con la gente y  no por el número de asistentes. Dialogamos más de un hora. Yo decía “a qué hora se irá la gente”, pero seguían con preguntas, muy activos. Fue una de las mejores presentaciones que he tenido”.

María Luisa de Río —presentadora del libro— debió ayudar bastante.
-Sí, ella es una capa, es una mujer con mucha experiencia y autora de libros, conoce el género de la ficción breve o la microficción, como se denomina ahora a estos textos para diferenciarlo del cuento. 

Ary Malaver nació en Trujillo. Vivió en la urbanización El Bosque y disfrutó mucho de Huanchaco y de largos veranos en Malabrigo. “El mar marcó mucho mi adolescencia”.  Estudió en la Gran Unidad Escolar (GUE) José Faustino Sánchez Carrión y en el colegio Perpetuo Socorro. A los 15 años partió a Lima. También, vivió en Arequipa. “Soy de padres viajeros”. Regresó y se graduó en la Universidad Nacional de Trujillo en la carrera de Educación de Lenguas Extranjeras. Estudió sicología en Lima.

Ya tenías intereses literarios por esa época.
-Siempre fui un ávido lector. Empecé con las enciclopedias, porque era lo que había en casa. A los nueve años me leí dos colecciones enteras, incluido, los créditos de las fotografías. Recuerdo la colección Océano. Leía de todo un poco. Supuestamente, la enciclopedia es algo fáctico, es real; pero yo lo leía como un cuento, una ficción, con personajes del pasado, de otra época. Eso, definitivamente, me marcó.

"Fue una de las mejores presentaciones que he tenido", dijo Ary Malaver, sobre su encuentro con lectores en Trujillo. (Foto: El Cultural).
“Fue una de las mejores presentaciones que he tenido”, dijo Ary Malaver, sobre su encuentro con lectores en Trujillo. (Foto: El Cultural).

¿Y cómo fue tu llegada a Estados Unidos y tu posterior arraigo en ese país?
-Estados Unidos era mi plan C. Mi plan A era Japón. Yo estudié idiomas para ser maestro de inglés y de francés; pero, paralelamente, descubrí el japonés y lo tomé como un curso extra y lo aprendí. El año que postulé para Japón se cerró el programa por problemas de corrupción. Entonces, me quedé en el aire, pero surgió un intercambio para enseñar español en Reino Unido. Ese fue mi Plan B. Estuve año y medio allá. Luego quise regresar a Europa, pero no se pudo. Surgió Estados Unidos; me fui a estudiar un máster y me quedé ya más de 20 años       

Espejos es su tercer libro, pero el segundo de ficción. Su primera obra es el ensayo La brevedad como poética en el 2019 publicado en España, en él, Malaver ofrece una mirada didáctica y profunda sobre el cultivo de la microficción producto de una investigación rigurosa sobre esa forma de practicar la literatura, la cual le sirvió para graduarse de doctor.

Microrrelatos, miniensayos, aforismos, greguerías, fragmentos, poemas en prosa e, incluso, definiciones, ¿qué otra especie literaria encontrará el lector en Espejos?
-Por ejemplo, el haiku, poema breve japonés. También, aparecen poemas en prosa; además, textos más extensos que quizás uno podría llamarlos cuentos oficiales.  Consideré, además, una especie de definiciones, tipo enciclopedias de términos; pero que, sin embargo, buscan contar una historia.

¿De dónde viene ese caudal de creación?
-Es un reflejo de los intereses que me mueven.  Por ejemplo, el enciclopédico es un interés que se mantiene. También, está el haiku, que es una atracción por lo japonés, por lo asiático; pero, también, me importa lo andino y lo amazónico, de hecho, en el libro hay muchas referencias y juegos, invocaciones a la cultura Aymara, interés que nace de mis viajes por el ande, que es, junto al mar, uno de los espacios que me encantan. Espejos, también, tiene un discurso político, denuncias. El origen de mi literatura es múltiple, es superamplio. 

-¿Y los rasgos principales de tu trabajo?
-Mi trabajo literario es una extensión natural de mí. Es plasmar en letra todo tipo de pensamiento y sentimiento. En ese sentido Espejos es una combinación del hemisferio lógico y el intuitivo, una mezcla constante. Incluso,  algunos textos combinan ambos registros: racional y espiritual. Yo soy una persona que gira en los dos ámbitos porque, también, soy académico, estoy en la universidad, dicto conferencias. Los dos lados están ahí, pero no en tormento, sino en convivencia. 

Es inevitable no imaginar la chacana, ese símbolo de las culturas prehispánicas.
-Ese es un símbolo de multiplicidad y unidad porque son varias las aristas, pero todo coincide en el centro. Espejos va por allí. Es una multiplicidad que apunta a la unidad, a un orden. En el ser humano coexiste todo tipo de expresiones en una unidad.

La presentación de Espejos en, Trujillo, fue en El Cultural el pasado 22 de julio. Malaver estuvo acompañado de la también escritora María Luisa del Rio. Hoy, miércoles 27, presentará su obra en la librería Escena Libre en Lima (distrito de San Isidro). Este establecimiento es el único, por ahora en el Perú, que distribuye los libros del escritor trujillano.

Tienes una posición particular respecto a la estructura de microrrelato. No compartes la idea de que estas creaciones siempre deben tener un final sorprendente. 
-Mi visión del microrrelato se aleja de la formula bien sabida de un texto pequeño con final sorprendente o de la reestrictura de los mitos, como el de Adán y Eva con un final distinto. Me distancio porque creo que existen otras posibilidades. Me interesa presentar suficientes vacíos para que la lectora o lector complete sentido, que reimagine o reescriba lo que se presenta en el papel. También, creo en la posibilidad de que todo puede contar una historia,  incluso, un meme —tengo un artículo académico al respecto— o un grafiti. Todo artefacto breve puede contar una historia cuyos detalles, desarrollo o final no están explícitos, sino que se activarán, recrearán o reescribirán durante lectura.. Mis libros van por ese camino y mi placer es notar, en las presentaciones, cuando leemos los textos, cómo la gente completa las historias. Veo sus caras: “ohhh”. También, veo las otras: “De qué va esto”.

En todos lados, Ary
-De hecho, en Trujillo, una persona preguntaba si no debería desarrollar un personaje de manera clara, donde sepamos lo que hace, sus acciones y etcétera. Yo le dije: “Bueno, sí, efectivamente eso es posible, pero es algo que a mí como creador no me interesa”. Yo creo que eso podría leerse, perfectamente, una novela, donde se sabe todo. Entonces en la literatura que practico hay muchos vacíos, incluso, a veces no se sabe quién es el protagonista, no hay detalles geográficos, etcétera; pero es a propósito. 

Te leí una vez que citaste “la magnitud es algo pequeño”. En tu largo recorrido en el estudio de la microficción, ¿con qué otra expresión o adagio te encontraste que te parece significativa, impactante?
-“Mucho es poco” o “menos es más”. Pero este último, es un paradigma problematizador, porque puede venir al microrrelato una persona que para ella lo importante es “más” que está alineada con el paradigma de la novela: esos textos de 800 páginas, donde, incluso, los personajes tienen nietos y se saben los nombres de todos. A esa persona le das un texto breve y dirá, pero qué es esto, quién es el personaje, es hombre es mujer, dónde vive. Es un problema, es exigente, pero no debe volverse inaccesible. Aquí viene el arte, el diálogo que uno como artista debe crear para que en sus artefactos puedan entrar todos. 

Son necesarias las referencias para acercarse a literatura, pero estas no deben ser camisas de fuerza, sino fronteras referenciales para entender la realidad. La idea de Zygmunt Bauman de todo es líquido, es pertinente en este momento.  
-Es una buena imagen para Espejos. Sí, porque el sentido del libro es un líquido que va tomando forma. El espejo es casi inmaculado porque refleja cualquier cosa que se le ponga enfrente, como el agua que toma la forma del recipiente. Entonces, como es tan variado, Espejos es un libro que busca aquellos reflejos que, incluso, pensamos que no tenemos. En el libro hay mucho humor, mucha ironía, en especial, del uso de las redes sociales. Tal vez, algunos se sientan reflejados en ese aspecto. 

Junto a la presentación del libro físico, en El Cultural se inauguró la videoinstalación Espejo, la cualbusca desarrollar una manera alternativa de incursionar en una experiencia literaria. El plan consiste en usar dos proyectores multimedia para visualizar fotografías tomadas por el autor acompañando distintos textos de su libro en las paredes de la galería. La videoinstalación está en la galería Impromptu de El Cultural hasta el 27 de agosto, de 9 a. m. a 1 p. m. y de 3 p. m. a 7 p. m.

¿Cómo ves el cultivo del microrrelato en el Perú? Desde afuera, tú tienes una posición distinta.
-Mi tesis doctoral es sobre microrrelato, por ello, literalmente, leí miles de textos incluidas, creaciones del Perú. En ese momento, me gustó mucho Ricardo Sumalavia, por sus referencias a lo oriental. El microrrelato que cultivó se distancia al que se practica en el Perú, por esta idea de los vacíos.  

En el Perú, existen muchas antologías del microrrelato, pero pocas publicaciones críticas. 
-Sí, falta una mayor propuesta de una manera práctica, como también teórica. Creo que necesitamos más voces, más visiones. Falta un desarrollo de más propuestas críticas.

César Clavijo Arraiza
César Clavijo Arraiza
Nació en un desierto frente al mar, donde solo crecen árboles de algarrobos. Dice que le gustan todas las frutas, pero en los últimos meses se ha decantado por el pepino, de origen andino; pero con una mala fama: se cree que si se consume después de beber licor puede causar la muerte. Periodista, escritor, docente, padre y esposo. Es torpe con la pelota, pero ama jugar fútbol. En el 2018 publicó "Tercera persona" y ahora está a punto de terminar un doctorado en comunicaciones.