InicioFruta frescaAlan García de cumpleaños: hablen de mí, pues, imbéciles

Alan García de cumpleaños: hablen de mí, pues, imbéciles

Orador, inteligente, gobernante, seductor, ladrón. Se han dicho tantos adjetivos del expresidente, quien hoy cumpliría 73 años. Siguiendo la guía de que una persona es el resultado de sus actos; pero, también, la percepción de sus semejantes, pase y lea este texto cumpleañero.

Alan García sabía lo que pesa la historia y lo que ella juzga. Distinguía claramente que la vida de una nación se cuenta a través de personajes y él codiciaba el protagónico. Por eso, intentó llegar a la presidencia del Perú por tercera vez para superar a Fernando Belaúnde Terry y, de carambola, ser el jefe de Estado del Bicentenario. Pero se pegó un tiro. Sentiría, quizás, dentro de él, el vaticinio de su fin, pero aún, días antes de aquella trágica decisión, permanecía con una fe vehemente en la trascendencia, y por qué no, en la inmortalidad. “Yo confío en la historia, yo soy cristiano. Creo en la vida después de la muerte”, sentenció.

Mario Vargas Llosa, su acérrimo rival, consideró que, con el suicidio, García “trató de impedir que la imagen que se había creado se desmorone enteramente”. Y lo remató: “Lo más probable es que pase a la historia como un presidente que roba”. Su exabogado, Erasmo Reyna, lleno de pena tras la tragedia, dijo que García, de esta manera, “prefirió el honor, a la deshonra, al vejamen”.  Entonces, ¿es el suicidio una escapatoria o un acto de valentía? ¿Es cobardía o coraje? ¿Es luz o sombra? Son preguntas grandes, pesadas y sin fondo, de las cuales solo obtenemos respuestas gaseosas, chatas y sin fondo. “Es un hecho muy doloroso para todos, pero tampoco lo victimicemos y lo pongamos como héroe. Ni víctima ni persona valiente, tiene que ser la justicia de Dios la que diga la verdad”, dijo el cardenal Pedro Barreto, un hombre que por mandato reza todos los días.

Alan García fue una figura indiscutible de la política peruana. En el 2021 cuando el partido aprista desapareció llegó para revivirlo. (Foto: Andina)

Pero, mejor fijémonos cómo los apristas conmemoraron el tercer aniversario de la muerte de Alan Gabriel Ludwig García Pérez. Invitaron a personajes continentales para que alabaran a su líder. “Podíamos estar en desacuerdo con sus ideas, pero nadie puede poner en duda su capacidad y brillantez. Alan es parte de la historia del Perú y de América Latina”, expresó el expresidente de Ecuador, Rafael Correa. Jaime Paz Zamora, expresidente de Bolivia: “Alan fue un luchador de la democracia. Fue un hombre que dio su vida, incluso, por su país (sic)”. Alejandro Moreno, presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) de México, también sintió esa inmortalización cuando mencionó que “han pasado tres años y su figura permanece fresca. Alan García deja huella en la historia y estará así por siempre”. 

En vida,  del extranjero, también, llegaron diatribas contra Alan. La más famosa fue gritada por Hugo Chávez con todo el ventarrón caribeño: “Ladrón y corrupto de siete suelas”.

Dos días después de su muerte, el Instituto de Estudios Peruanos aplicó una encuesta para conocer de la ciudadanía cuál considera que habría sido el motivo que llevó a García a quitarse la vida. Para el 83 % de consultados se debió “al avance normal de la investigación en su contra” y para un 12 % fue consecuencia de “una inadecuada presión de la fiscalía”. Asimismo, al consultarles sobre qué sentimientos le generaba el deceso del expresidente, se reconoció un 41 % de reacciones negativas (decepción, vergüenza, enfado, ira, rechazo, acto de cobardía), un 26 % de reacciones neutras (indiferencia, sorpresa) y un 20 % de reacciones solidarias (tristeza, pena, compasión).

El Ministerio Público investigó a García por supuestos sobornos de Odebrecht. (Foto Andina).
El Ministerio Público investigó a García por supuestos sobornos de Odebrecht. (Foto Andina).

Sobre esa misma encuesta, el cronista y escritor Daniel Alarcón, en uno de sus artículos para The New Yorker en julio del 2019, consideró que la leyenda del propio García comenzaba a desvanecerse”. “Para cualquier político, particularmente uno que tenía tan grandes ambiciones sobre su lugar en la historia, ese nivel de desconfianza también es una especie de muerte”, escribió.

Para la periodista Anuska Buenaluque es así: “Alan García está muerto, una parte de la historia del Perú se metió un tiro con un revólver Colt. Aún muerto sigue haciendo política, ya que fue la razón o una de las razones de su existir”.

Ante multitudes
Las críticas y los elogios son equiparables respecto a Alan García, casi un empate en el tablero de la historia de la política peruana. Sin embargo, un punto en común en el que casi nadie discrepó fue su manejo retórico, su ilustre y magnética habilidad para la oratoria, uno de sus atributos más notorios que lo transmutaron en un speaker de nunca olvidar. 

Quien fue diputado, senador y congresista, el jurista casi veterano Javier Valle Riestra diría que “Alan García, por su naturaleza, es o era un hombre temperamental, un hombre con vocación por afirmar sus ideas golpeando sobre la mesa, golpeando sobre el balcón”. Era, sin lugar a dudas, indistinguible esa destreza hipnótica con los discursos. El expresidente del Congreso de La República, Ántero Flores Aráoz sabía de ello: “Lo escuché y, realmente, tenía una labia extraordinaria. Cautivaba”. 

Entonces, ¿es el suicidio una escapatoria o un acto de valentía? ¿Es cobardía o coraje? ¿Es luz o sombra? Son preguntas grandes, pesadas y sin fondo, de las cuales solo obtenemos respuestas gaseosas, chatas y sin fondo.

En un reportaje de Cuarto Poder se mencionó que prácticamente es inaudito que Alan García haya podido ganar las elecciones por segunda vez tras el desastre de su primer gobierno, “mucha gente dice que eso solo lo puede lograr alguien que tiene la labia de Alan García”, a lo que Ántero Flores Aráoz remata con una sonrisa: “Pero sin ninguna duda, salir elegido para un segundo gobierno no era como tropezarse con la misma piedra, pero el discurso era diferente y sabía amoldarse, sabía comunicar, y eso es un gran arte”. 

Javier Valle-Riestra, luego de haber asistido al entierro de García, con un rostro desencajado, explicó que Alan tenía la capacidad y la ductilidad de adaptarse a su público y decirle lo que ese público quería. “Por eso que las masas optaron, unánimemente, por Alan García en infinitas ocasiones”. 

El pináculo de la materialización de todo lo que se señala respecto a la capacidad discursiva de Alan García ocurrió el 27 de enero del 2001, en el famoso mitin en la Plaza San Martín de Lima. Algunos más entusiastas tildan que noche García pronunció el mejor discurso político de la historia del Perú. Es innegable su vitalidad en el escenario, su destreza en el lenguaje corporal, su virtud para emplear los silencios, los tonos de voz, su pañuelo blanco y la referencia a Calderón de la Barca y la Vida es sueño.

Cátedra y pragmatismo
Era 2010, y en esa Lima ácida y grisácea, en medio del frío del 2 de agosto, en uno de los salones del Poder Judicial se habían reunido magistrados, letrados, juristas y personajes de leyes a escuchar la conferencia La Revolución Francesa y sus consecuencias en Latinoamérica. Alan García, sentado en una mesa, se preparaba mentalmente y atrás de él su nombre y su foto se proyectaban en una pantalla, mientras el juez Javier Villa Stein lo presentaba: “Tenemos nada menos que al primer mandatario de la República, el doctor Alan García Pérez, quien nos va tratar un tema en el cual es ducho, lo conoce muy ampliamente porque ha hecho estudios y doctorados en esa materia, nada menos que en Francia, es decir, en el escenario mismo donde ocurren los hechos”. 

La erudición de García era innegable. Realizó estudios universitarios en la Pontificia Universidad Católica y en 1971 obtuvo el título de abogado en la Universidad Nacional de San Marcos. En 1972, en Europa, siguió los cursos del Doctorado en Derecho Constitucional en la Universidad Complutense de Madrid, luego obtuvo el Diploma de Planificación en el Instituto de Sociología y Desarrollo del área Ibérica (Isdiber). En 1974, siguió los cursos de Francois Bourricaud y Jean Meryat del Doctorado en sociología de la Universidad de La Sorbona de París; su intelectualidad era incansable ya que, además, logró obtener el Diploma del Institut des Hautes Etudes de l´Amérique latine.

El 17 de abril del 2019, cuando las autoridades llegaron hasta su domicilio para apresarlo, Alan García subió a su habitación y se disparó. (Foto: Andina).
El 17 de abril del 2019, cuando las autoridades llegaron hasta su domicilio para apresarlo, Alan García subió a su habitación y se disparó. (Foto: Andina).

Hasta su gran enemigo político, el nobel novelista Mario Vargas Llosa, reconoce tales dotes cognitivos y cualidades académicas: “Era más inteligente que el promedio de quienes en mi país se dedican a hacer política, con bastantes lecturas, y un orador fuera de lo común. Alguna vez le oí decir que era lamentable que la Academia de la Lengua solo incorporara escritores, cerrando la puerta a los ‘oradores’, que, a su juicio, no eran menos originales y creadores que aquellos”.

La producción bibliográfica de Alan García es una lista enorme que tarda en enumerarse: ensayos, memorias, reflexiones profundas y libros de sesuda investigación como: El futuro diferente (1982); Modernidad y política en el siglo XXI: globalización con justicia social (2003); Pida la palabra: Por la libertad, la plenitud y el éxito (2012); Pizarro: El rey de la baraja: Política, confusión y dolor en la conquista (2012); Metamemorias (2019), y entre otros. Incluso, de Pizarro, un libro de 204 páginas, Marco Aurelio Denegri dedicó, en su añorado programa La función de la palabra, una breve, pero nutritiva crítica: “Manifiesto que concuerdo con García en un punto, y discuerdo aún en varios. La concordancia es en la dedicatoria, me parece una buena dedicatoria: ‘A la gloria de Chalcuchimac’”. 

Alan escribió libros, pero, también se han escrito libros sobre él. Repare en los títulos: El reino de la impunidad (Sergio Tejada), Pájaros de alto vuelo. Alan García, el BCCI y los Mirage (Carlos Malpica), Alan García en el Poder 1985-1990 (John Crabtree), El caso García (Pedro Cateriano), Vivo o muerto (José Vásquez Cárdenas), El código García (autores varios), entre otros.

“Era una persona muy inteligente”, dijo el cómico Hernán Vidaurre, quien después de la partida del político prometió nunca más imitarlo.  

Es innegable su vitalidad en el escenario, su destreza en el lenguaje corporal, su virtud para emplear los silencios, los tonos de voz, su pañuelo blanco y la referencia a Calderón de la Barca y la Vida es sueño.

Ave fénix, figura política
En el 2001, Alan buscó una nueva oportunidad para reivindicarse y conseguir el perdón del pueblo ya que en su primer mandato (1985-1990) generó la más grave crisis económica de la historia del Perú. Sin embargo, pasaron 16 años y Alan volvió a ser elegido. Nuevamente portó la banda presidencial sobre su, esta vez, robusto cuerpo. Es sabido que este triunfo electoral estaba relacionado y condicionado por el miedo que ocasionaban las propuestas de Ollanta Humala, su contrincante en ese momento.

El historiador y docente de la PUCP, Juan Carlos Orrego, dice que García “ha tenido una gran capacidad de sobreponerse a las adversidades políticas y, pese a que tuvo un gobierno desastroso, fue llevado por segunda vez a la presidencia, es decir, el país confió nuevamente en él”. Algunos atribuyen que su capacidad y manejo de palabra para encandilar a una generación que no había sufrido el desastre que dejó 85 lo ayudó a lograr ese perdón. 

En el 2016 fue la última vez que Alan García tentó la presidencia y ahí su oralidad no le jugó puntos a favor de ninguna manera. El expresidente solamente obtuvo el 6 % de los votos y, posteriormente, las acusaciones de corrupción fueron pinzando y pinchando mucho más su popularidad. En abril del 2019, el historiador Daniel Parodi, minutos después de conocer la muerte de García, declaró para un portal chileno: “Creo que la controversia es su signo más distintivo. Hubo quienes lo siguieron ciegamente hasta las últimas circunstancias; fue amado, odiado, pero para nadie fue indiferente. Alan García fue diputado antes de cumplir los 30 años, fue presidente a los 36 y, a pesar de que su gobierno fue muy malo en materia socioeconómica, alcanzó a ser reelecto en el año 2006”.

Tres años después, el legado de Alan García sigue dividiendo a los peruanos. Al expresidente se le ama o se le odia. (Foto: Andina).
Tres años después, el legado de Alan García sigue dividiendo a los peruanos. Al expresidente se le ama o se le odia. (Foto: Andina).

El legado familiar
En 1973 contrajo matrimonio con Carla Francisca Buscaglia y, con ella, en 1975, tuvo una hija: Carla García Buscaglia. Se divorciaron en 1980. En el mismo año que nació su primera hija, en uno de los congresos jurídicos a los que asistía en España, conoció a Pilar Nores, una abogada argentina. Se casó con ella en 1983. Tuvieron cuatro hijos: Josefina (1977); Gabriela del Pilar (1984), Luciana Victoria (1985) y Alan Raúl (1988). García y Nores, en el 2008, decidieron separarse. En el año 2005, el expresidente tuvo un sexto hijo con la economista Elizabeth Roxanne Cheesman Rajkovic, al que él bautizó él como Federico Danton, y el periodismo prensa, como el ‘preferido y consentido’ de Alan. 

El 18 de abril del 2019, los apristas velaron en La Casa del Pueblo, la sede oficial del Apra, los restos de Alan García en medio de llanto y zozobra. Sus hijos llegaron. Federico Danton salió escoltado del auto por dos señores, quienes lo acompañaron hacia el Aula Magna. Una reportera de ATV+ le preguntó si tenía algún mensaje para los apristas. Danton respondió a todo con una actitud casi monosilábica: “Fuerza”. Luego, otra pregunta: “¿Qué recuerdos te llevas de tu padre?”. “Orgullo”. Nada más salió de su boca en ese momento.

Un año después, Federico Danton declaró para UCI Noticias: “Las personas que han perseguido a mi papá, en persona nunca le dijeron nada”. Luego, la hermana, la escritora y periodista Carla García, quien había confesado ser la única que sabía del plan kamikaze de su padre, le dijo al periodista del mismo noticiario: “Yo he visto que el esfuerzo propio de un líder, como el de mi papá, hace que la vida de personas que posiblemente no conoces, cambie”. 

Enemigos
“Ahora hay quienes quieren darnos lecciones de moralidad pública. La corrupción institucional que nos mina pretende levantar una estatua imaginaria y crear una leyenda martirológica”, escribió el periodista César Hildebrandt al referirse al suicidio del expresidente. Otro de sus tenaces rivales, Fernando Olivera: “De honor y dignidad no tiene nada. Es una fuga de la justicia, fuga trágica, pero fuga al fin”

Maritza Espinoza, periodista del diario La República: “Siempre se dijo que Alan García era el mejor candidato que habíamos tenido, pero el peor presidente”. 

Aunque el enemigo más grande de Alan fue el mismo Alan. En el 2006, luego de que asumió la presidencia, la embajada de Estados Unidos elaboró un devastador informe sobre su estado emocional, en el cual puntualiza que el ego es su talón de Aquiles. “Un aspecto en torno al cual hay casi un acuerdo universal es que García tiene un ego colosal que le puede cegar ante los méritos o las buenas ideas y alternativas que vengan de otro que no sea él”, señala.

La embajada de Estados Unidos elaboró un devastador informe sobre su estado emocional, en el cual puntualiza que el ego es su talón de Aquiles.

En New York Times, exactamente el 17 de abril de 2019, el escritor y periodista Renato Cisneros escribió que Alan García sí la debía y sí la temía. “Alan soñó siempre con perpetuarse en la memoria del pueblo como un político fiel a sus ideas. Una bala en la sien lo dejó en el umbral de la puerta trasera de la historia, aunque sus partidarios lo presenten como un héroe de la democracia y el gobierno haya decretado tres días de duelo nacional”.

Alan odió y lo odiaron. “Dejo mi cadáver como una muestra de desprecio a mis adversarios”, escribió en su carta de despedida. 


Este texto fue elaborado por el comunicador y músico Jan Espinoza Pantigozo.