Pues sí, al ver las películas peruanas Hablando Huevadas: ¡Hijo de…! y Muerto de risa no dejaba de pensar en dos facetas muy marcadas del artista norteamericano Adam Sandler, un referente en el cine actual, con sus labores como actor, comediante, escritor y productor.
Las dos características a las que me refiero siempre están bien marcadas y lo convierten en un ser odiado o querido en partes iguales.
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Hablando Huevadas: ¡Hijo de…! (Chino Pinto, 2023) casi un experimento que nació con la idea de ser una serie para estrenarla en el streaming, pero luego fue llevada a los cines.
En esta película, los dos comediantes se burlan de los múltiples juicios y maneras de ver la vida desde su escenario, de divertirnos con una historia llena de chistecitos y bromas, que parten de lo interesante a lo más elaborado o viceversa.
Esta cinta se parece a esas comedias donde Sandler invita a pasar un buen momento a sus amigos, hacer cameos, ser parte de la acción desde ese lado divertido, donde la pasan bien y nos hacen pasar bien.

Tiene sus momentos. Jorge Luna se luce con sus bromas. A Ricardo Mendoza se nota más medido, pero tratando de ligar con un lado sensible, el cual no es habitual en él.
El filme es correcto, sin embargo, se siente por momentos alargado, debió ser un corto. El aspecto técnico es casi apropiado, pero se percibe, por espacios, como una puesta en escena de los clásicos sketch televisivos.
Deja en claro que si se lo proponen llegarán a contar una película más que adecuada.
En resumen, el experimento les funcionó, aunque deben corregir varias aristas y no solo apoyarse en su popularidad para llevar a la gente al cine; pero van por muy buen camino.
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Muerto de risa (Gonzalo Ladines, 2024) es una comedia dramática —aunque más de drama—, en la cual un famoso conductor de un exitoso programa, quien se cree el más gracioso del país tiene que reencontrarse con su yo cómico y de paso darle rumbo a su vida.
En esta cinta también existen muchos cameos de comediantes o stand uperos limeños, pero lo que lo une al universo Sandler es ese lado serio que el actor interpretó en un puñado de películas como Embriagado de amor, La esperanza vive en mí, o su genial interpretación en Diamantes en bruto; siendo Siempre hay tiempo para reír la que tiene mayor influencia en este filme de Ladines.
Muerto de risa explora otro nivel de comedia, una más pensada, donde el humor viene de un proceso, nace del dolor para ser explotada en un escenario.

Todo ese proceso se ve casi siempre natural, con imágenes muy bien logradas, con pequeñas fallas técnicas, pero con una pauta que busca algo más que una simple risa, el dolor, melancolía, la tristeza que son tomadas como materia prima para presentarnos a varios de los personajes, en quienes se siente la necesidad de un mayor desarrollo y no solo servir de comparsa del personaje principal.
Idea y concepto muy bien trabajado aunque falta desarrollo del entorno y periferia de la película.
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Lo interesante es que estas dos comedias peruanas tienen vertientes distintas, a pesar de nacer de stand up.
Como espectadores salimos ganando, porque nos entretenemos, divertimos y hasta nos hacen pensar; pero, sobre todo, crean la esperanza de contar con un mayor número de producciones nacionales que busquen algo más que una risa fácil; sino que exploren o experimenten con cuestiones diversas y en ese proceso muchas personas se animen a contar sus historias en la gran pantalla.
Tenemos un buen inicio de año con estas cintas, aunque podemos ilusionarnos con algo grande en un futuro cercano… esperando que esto último no solo quede como un mal chiste.