“Se tiende a poner palabras allí donde faltan las ideas”, escribió el alemán Goethe. La manera en la que hablamos es un reflejo de nuestros valores, de nuestras actitudes y, sobre todo, de cómo afrontamos los avatares de la vida. La realidad no existe si es que no se le nombra.
Desde que empezó el 2024, en la región La Libertad asesinan a una persona por día: cercenados, torturados, baleados; a plena luz del día, en centros comerciales, en parques, delante de cámaras. Una más brutal que otra.
Cerramos enero con más de 31 muertos. Es una situación inusual, son cifras catastróficas, escalofriantes.
Nunca hemos estado peor. Ni siquiera cuando, en la década del 2000, la extorsión apareció como un hongo que se extendió por toda la región supurando sangre y pólvora y obligó a Trujillo a cambiar la palabra ‘primera’ por ‘balacera’ en su clásico epíteto.
Nunca hemos estado peor. Ni siquiera cuando, en la década del 2000, la extorsión apareció como un hongo que se extendió por toda la región supurando sangre y pólvora y obligó a Trujillo a cambiar la palabra ‘primavera’ por balacera en su clásico epíteto.
La delincuencia en La Libertad ha dado un ‘salto de calidad’. Sin embargo, el jefe de la Policía de La Libertad, general José Zavala Chumbiauca, pide que tengamos paciencia y el gobernador regional César Acuña Peralta muestra otro arrebato de su mundo interior: “No puede ser que todos los días haya muertos en las calles, esa es responsabilidad de la Policía Nacional y mía”.
El escritor estadounidense Mark Twain pronunció una frase tan oportuna en este momento: “La diferencia entre la palabra adecuada y la casi correcta es la misma que entre rayo y luciérnaga”.
En La Libertad nos están matando, las bandas criminales actúan con total impunidad, matan en un centro comercial —delante de cientos de personas— y el asesino sigue libre, torturan y cercenan a secuestros, amenazan con armas de fuego a familias enteras para robarles sus vehículos, atacan a balazos a los centros de diversión como bares y discotecas; y el general pide paciencia.
Pide paciencia y luego se enfunda su camiseta de Universitario de Deportes, va al estadio Mansiche y se toma una selfi. Un rayo destroza a la ciudad, y él actúa como el bichito de la clásica canción: “Luciérnaga que te apagas y prendes, que te marchas y vuelves (…) que cambiante eres”.
Por su parte, Acuña cree que esa brisa de humildad, al asumir la culpa de actos propios y ajenos, engrandece su figura de autoridad. Son las palabras que abundan donde faltan ideas.
Sin embargo, esa verborrea rebaja su condición de líder cuando los hechos le caen como porrazos.
Un informe de la Sociedad de Comercio Exterior del Perú (ComexPerú) revela que el gobierno de Acuña no invirtió, en el 2023, ni un sol de su presupuesto para seguridad ciudadana.
Es decir, no movió ni un sol con el fin de atacar el principal problema de su jurisdicción, el cual provocó la muerte de más de 300 personas.
Las palabras, a veces, son cuchillos o balas, por ello el verbo y la acción son pilares en la comunicación de los gobiernos —en todos sus niveles— con la población, la misma que se orientará a responder a sus grandes y graves necesidades.
La comunicación gubernamental debe ser empática. ¿Cómo se le pide paciencia a deudos que ruegan por saber avances en las investigaciones?, ¿qué gana Acuña echándose la culpa si con sus actos hace todo lo contrario?
Ni la Policía ni los políticos gozan de credibilidad y legitimidad, por eso sus mensajes deben ayudar a resolver problemas y no a empeorarlos. Sandra Guerra Salas escribió que comunicar bien implica acción y resolución para saber escuchar, interpretar, interactuar y trasmitir el mensaje.
Acuña: epílogo
Las expresiones desafortunadas del general Zavala ocurrieron el jueves 25 de enero, y las de Acuña, el lunes 29 de enero. Desde entonces, de pronto a la Policía la sacudió un arrebato de productividad.
Por sus canales de comunicación ha divulgado de la intervención de delincuentes y desarticulación de bandas, la principal, la captura de 40 sujetos vinculados a la minería ilegal en Pataz. Incluso, ayer, miércoles 31, abatió a un delincuente que robó un grifo.
Por su parte, Acuña viajó a Lima, se reunió —hoy, 1 de febrero— con la presidenta Dina Boluarte y regresa con la noticia de que se lanzará el plan piloto nacional La Libertad Quiere Paz.
La estrategia consiste, entre otras acciones, en la instalación de una base militar y declarar en emergencia por 120 días la región. Algo es algo. Aunque suena a más de lo mismo. Nada de acciones contra la minería ilegal, que es la teta que alimenta los últimos actos criminales, nada inteligencia en la Policía.
En problema del Perú no es económico, sino político. Es decir, existe dinero, lo que faltan es la voluntad, decisiones y conocimiento para orientar esos recursos hacia la mejora de la calidad de vida de las personas.
Ha pasado un mes del 2024, más de 31 muertos, expresiones infelices de las autoridades para recién observar que el gobierno regional y nacional se están moviendo, como lo deben hacer siempre en sintonía con la población.
Menos palabras tontas y más ideas.