La Hermelinda es el mercado donde la señora Karen Díaz encuentra los precios más cómodos en abarrotes para surtir su pequeña tienda en La Esperanza. Es el lugar donde Carmen Quintana escoge las frutas y verduras para la lonchera escolar de sus hijos. Es el espacio en el que Paula Alcántara realiza las compras de su hogar cada quince días.
Esto es La Hermelinda. Según un estudio efectuado por las autoridades regionales en el 2012 para reducir la proliferación de roedores, La Hermelinda es el complejo comercial autogestionario de Trujillo, junto a sus 13 anexos, con más puestos en funcionamiento del país; por encima del mercado mayorista de Lima.
Pero La Hermelinda también tiene otra cara de la moneda que las autoridades no atienden como deberían. Basura por montones, carencia de servicios, infraestructura en alto riesgo, desorden y riesgo sanitario. Así funciona La Hermelinda.
Esa informalidad desató un incendió de grandes proporciones que redujo a cenizas más de 300 puestos y dejó unos 5 millones de soles en pérdidas. En Buenapepa repasamos lo que fue este incidente la noche del lunes 10 de noviembre de 2014. El texto de este autor que citamos a continuación salió publicado en el Diario La Industria en la edición del 11 de noviembre de 2014.
Tragedia en mercado era solo cuestión de tiempo
Quizás no todos los comerciantes de La Hermelinda sean creyentes, pero anoche conocieron de cerca lo que es el infierno. A Víctor Rebaza Quispe no le queda otra que darle la cara al fuego. Él sabía que era cuestión de tiempo. Solo de tiempo. Doscientos mil soles de inversión en mercadería y préstamos en el banco para sacar a flote su negocio de abarrotes se hicieron literalmente humo en solo unos minutos.
Nadie lo puede creer. Ni Óscar Mendoza ni Norma Ordóñez. En medio de la oscuridad y el lodo, corren. Gritan. Lloran. Todos lo hacen. La impotencia los vence. Ya no sirven de nada las plegarias, menos la suerte. El fuego arrasó con ambas. Así como lo hizo con toneladas de mercadería de al menos 300 negocios de La Hermelinda.
Cuatro horas de terror
Todo empezó con una chispa. Eran las 8:30 de la noche. Al parecer, un cortocircuito a causa de conexiones clandestinas en el sector de venta de cebollas habría desencadenado el infierno. Y, con ello, el pánico y la desesperación.
Por más de cuatro horas las llamas amenazaron con expandirse y causar más daños. El material inflamable de la mercadería, así como el que reviste las estructuras de los negocios, facilitó la propagación del fuego a tres almacenes de cinco pisos cada uno.
En uno de estos espacios, ubicados en el corazón del mercado, se acopiaba toneladas de plásticos y otros descartables que se distribuyen al por mayor a diversas tiendas de la ciudad. Fue en este depósito donde el fuego ardió con más intensidad.
Y desde ahí amenazó con cegar la vida de al menos cinco personas que estaban acorraladas en la azotea, clamando por auxilio e intentando respirar aire puro.
Se necesitó de 200 miembros de Seguridad Ciudadana (de los turnos tarde y noche); de más de diez cisternas de los bomberos, de Segat y también de Sedalib; y de un fuerte contingente policial para acordonar la zona y mantener el orden.
Los rescatistas tardaron más de cuatro horas en controlar el siniestro y rescatar a las personas atrapadas por el fuego. Pasada la medianoche todavía había algunas llamas que amenazaban con encenderse. Los comerciantes trataban de colaborar a su modo. Con baldes, tierra, lodo. Poco era lo que se podía hacer. El fuego ya había arrasado con todo: negocios, sueños, inversión.
Felizmente no cobró vidas humanas. Aunque estuvo muy cerca de hacerlo. Un bombero también resultó herido. El humo negro por poco lo asfixia durante las acciones de rescate y necesitó de la atención de sus colegas para evitar que desfalleciera en la agotadora intervención.
Cierran mercado
Aún no se conoce con exactitud a cuánto asciende las pérdidas económicas ocasionadas por el dantesco incendio. Se estima que podrían elevarse a millones de soles; aunque la cifra recién se conocerá con el transcurrir de los días. Lo concreto es que hoy el mercado cerrará sus puertas a las miles de amas de casa que a diario acuden a comprar los insumos para la casa, ignorando que tal vez puedan ser víctimas de un siniestro de tamaña magnitud como el ocurrido anoche.
Así lo ha dispuesto el municipio de Trujillo tras el dantesco siniestro. En tanto, el detestable olor a humo no se alejará hoy del principal mercado trujillano. No lo hará durante varios días. Y esperemos que tampoco se vaya fácilmente de las narices de miles de comerciantes que vivieron muy de cerca esta tragedia.